lunes, 3 de enero de 2011

La polémica del monumento a los gays en la Sagrada Familia evidencia la descomposición del bipartito de ICV y PSC

(ForumLibertas.com)
El Ayuntamiento de Barcelona emitió un comunicado el pasado jueves, 30 de diciembre, en el que aseguraba que delante de la fachada del nacimiento de la Sagrada Familia se iba a ubicar un monumento que homenajearía a los colectivos homosexuales, lésbicos y transexuales por la persecución sufrida a lo largo de su historia.

De nuevo era ICV-EUiA (el socio del gobierno bipartido de PSC) la formación que hacía saltar la polémica después de que las relaciones entre el laicista consistorio barcelonés y el Vaticano se normalizarán tras la visita del Papa Benedicto XVI precisamente para dedicar la Basílica de la Sagrada Familia a principios del pasado mes de noviembre.

Pues bien, la iniciativa partía de la concejalía de Derechos Humanos controlada por los ecosocialistas de la mano de Joaquim Mestre que es el principal promotor de la idea de ubicar el monumento en la plaza de la Sagrada Familia que, en la actualidad se encuentra en obras.

De este modo, la víspera de la Noche Vieja el Ayuntamiento cerraba un año de numerosos desencuentros con la Iglesia católica con uno más y hacía pública su intención de apostar una escultura de piedra de color rosa con forma de triángulo ante la Basílica. La iniciativa se justificaba al tratarse de un lugar “céntrico”. Incluso se señalaba que “para el próximo mes de febrero ya estará lista”.

Tres horas después se desmentía esa afirmación desde el propio Ayuntamiento al afirmar que “el monumento se instalará en algún punto de la ciudad aún por determinar y se decidirá a partir de la resolución que apruebe la comisión de esculturas del Ayuntamiento”. Además, se apuntaba que esa ubicación, aunque céntrica, no sería la plaza de la Sagrada Familia.

La reacción que menos se hizo esperar fue la del dirigente municipal del PP barcelonés, Alberto Fernández que lo tildó de “provocación”: “No es lógico, ni necesario, que Barcelona tenga un monumento dedicado a los gays, menos aún cuando este se pretende ubicar delante de la Sagrada Familia”.

El presidente del grupo municipal de ICV, Ricard Gomà, uno de los que se mostraron más críticos con la visita del Papa a Barcelona, afirmó entonces que las críticas “no tienen lugar ni sentido”. Por otro lado, la concejal de CiU, Maite Fandos, reclamó al alcalde Jordi Hereu “sentido común, porque situarlo en la Sagrada familia parece buscar más la provocación que no el homenaje que se pretende con el monumento”.

¿Un móvil electoral?

La primera interpretación que se ha derivado de estos hechos es que el monumento era un tema previsto. Por lo tanto, de ello se puede derivar que haya sido una jugada de ICV para que se pudiera poner antes de las próximas elecciones municipales debido al ostracismo al que lo relegó Jordi Hereu. Según explica el propio consistorio, se trataría de un monumento sin valor artístico, solamente simbólico y que lo realizaría Parques y Jardines.

En este sentido, con su gesto provocador ICV pretendía lo que ha conseguido: poner en el aparador mediático su propuesta. Lo que quizás no ha medido bien ICV es que su gesto puede ser contraproducente. Si la iniciativa de homenajear a un cierto tipo de colectivos pretende normalizar su integración en la sociedad de forma natural, no lo va a conseguir a través de la provocación que justamente es el sentido contrario a la normalización.

Después de escuchar al regidor de Derechos Humanos, Joaquim Mestre, esta primera explicación baila ya que, al parecer, el ecosocialista informó de su intención al Consejo Municipal de Gays Lesbianas y Transexuales en el que participan todos los grupos municipales y por lo tanto, o no van a ese consejo o no se enteran de lo que sucede en él, lo cual dice muy poco de los partidos políticos.

La línea política que ya se pudo ver con las palabras de Ricard Gomà sigue germinando en ICV que utiliza como bandera electoral la cristianofobia.

Además, habría que preguntarse si es necesario dedicar un monumento al colectivo homosexual ya que si se deben hacer monumentos a todos los colectivos perseguidos a lo largo de la historia (en el monumento en cuestión no se dice nada de los homosexuales que sufrieron la represión franquista sino en general) habría que hacérselo también a los masones, los comunistas, los pobres, los cristianos, etcétera.

Otro aspecto que cabe sopesar es si un monumento de estas características ha de aceptar de entrada la carencia de un sentido artístico, ya que sino se convertirá en un trámite burocrático.

Es evidente que la sociedad de la Ciudad Condal está siendo de nuevo espectadora de cómo el gobierno municipal se está descomponiendo de la misma forma que la hizo el Tripartito de la Generalitat de Cataluña antes de las elecciones autonómicas. Entonces ya se pudo observar como cada uno de los socios integrantes del Gobierno iban por su lado midiendo electoralmente sus acciones. Polémicas como la suscitada recientemente por PSC e ICV en el consistorio barcelonés alimentan esta evidencia.

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