sábado, 26 de marzo de 2011

Basta ya de prostitución

por Fernando Magallanes
Fuente: A&A

Es vergonzoso saber que 140.000 mujeres aún están esclavizadas en Europa por la prostitución.
Es paradójico que el continente que se enorgullece de haber alumbrado la libertad, igualdad y fraternidad para todos, sea allí donde todavía se obligue a una mujer se venda para proporcionar placer sexual.

¿Por qué llamarlo esclavitud? Si las prostitutas lo ejercen por propia voluntad, como cualquier puesto laboral, que lo hagan. Es verdad que hay mujeres que así lo hacen. Pero no es la realidad de todas. ¿Cuántas mujeres lo hacen libre y satisfactoriamente? ¿Cómo tal, la prostitución es una profesión? ¿Cuenta con una carrera, formación universitaria específica? O, ¿simplemente se tolera?

No hace falta apelar a la ética judeo-cristiana europea para darse cuenta de que la prostitución, incluso legalmente permitida es una atentado contra la dignidad de la persona. Primero, esclavitud por tratarse de ejercerla bajo coacción y segundo, por pisotear la dignidad del ser humano, reduciéndolo a un objeto de uso, que una vez disfrutado, se desecha.

Los números hablan por sí mismos

El diario madrileño El País publicó un artículo (cfr. 30.06.2010) con datos relativos a la prostitución. El italiano Antonio Maria Costa, director ejecutivo de la oficina de la ONU contra la Droga y el Crimen Organizado (UNODC) presentó un documento en Madrid junto a la ministra Bibiana Aído, las actrices Belén Rueda y Mira Sorvino y a la periodista mexicana Lydia Cacho, apoyando también la campaña Corazón Azul, de sensibilización contra la trata de personas. Según el documento presentado por Costa, la trata destina 84% de su “material humano” con fines de explotación sexual.

La proveniencia de la mujeres obligadas a prostituirse en el occidente europeo, según los datos de las Naciones Unidas es la siguiente: 32% de Europa oriental, comprendiendo Bulgaria y Rumanía; 19% de la antigua Unión Soviética; principalmente de Ucrania; 13% de Sudamérica; 7% de Europa central; 5% de África y 3% de Asia oriental.

Es común que las chicas que terminan prostituyéndose en países como Alemania, Holanda, Suiza o España hayan sido encaminadas por amigos o familiares. Con promesas de empleo, certámenes de belleza o modelaje, estudios o servicios domésticos, son engañadas por los traficantes y una vez llegadas a su destino, coaccionadas a ofrecer servicios sexuales. El espectro de lugares de prostitución depende también de la procedencia, según la ONU. Las mujeres africanas lo hacen en la calle; las asiáticas en saunas, salones de masaje o de belleza, mientras que las latinoamericanas y balcánicas en prostíbulos y residencias privadas.

A veces, el abuso comienza con la violación de las mujeres antes de llegar al país de destino por parte de las pequeñas bandas que las trafican, usando incluso la droga para evitar que huyan.

Conviene tener en cuenta que en el negocio del sexo se mueven cerca de 2.500 millones de euros anualmente, una cifra nada exigua. Ganancia que se reparte entre las mafias, burdeles y también, indirectamente, periódicos generalistas, incluso de tiradas nacionales, que presentan anuncios de prostitución.

Y cada año, la prostitución clandestina integra en sus filas a 70.000 nuevas víctimas inocentes.

Qué podemos hacer

¿Cómo luchar contra esta lacra? Desde luego, con plataformas legales, orientaciones para la promulgación de leyes, campañas contra la trata como Corazón Azul. Pero sobre todo, comenzando desde la familia.

Es de positivo, por ejemplo, que en México se penalice con la cárcel a aquellos propietarios de periódicos, revistas o medios de comunicación electrónica que promuevan anuncios de explotación o comercio sexual.

La reciente reforma de ley prevé con el castigo de cárcel sin derecho a fianza a los implicados en la contratación de los anuncios sexuales, aumentando la pena si la víctima es menor de edad o si la promoción de estos viene de parte de un familiar de la víctima o de un funcionario público (La Jornada, 16.03.2011).

Como un punto de partida más inmediato, es obvio que no hay que pagar dinero por sexo. Más importante aún es la formación de los hijos en una correcta visión de la dignidad humana. Quien desde su infancia acostumbra ver la sexualidad como un ejercicio banal, casi como un juego, no será extraño que en el futuro contrate prostitutas.

En este sentido, es muy significativo el número de consumidores de sexo en Europa occidental. En Suecia, un 13% de hombres reconoció haber pagado por ello. En Holanda un 14%, en Suiza un 19% mientras que en España un 39 %, cifra sumamente alta. ¿Qué implican estas cifras? Educación familiar en el fondo y una visión de la persona humana, la mujer en este caso, que la reduce a un objeto, un medio, lo llamaría Emmanuel Kant, y no un fin en sí misma que merece respeto.

El principal reto se juega en la familia, de la educación de los hijos. Ayudarles a ver, comprender y juzgar la sexualidad desde una visión positiva, como actitud responsable de una persona madura.

Ver a todo ser humano, a la mujer, como otro yo. No reducir la sexualidad humana a una mera función reproductiva, sino al encuentro de dos personas basado en el amor, y que tiene como fin el bien de la pareja, el placer que conlleva y la nueva vida que ahí se genera. Por esto incluye una fuerte responsabilidad.

Comprender la sexualidad como manifestación del amor a través del cuerpo. Manifestación de cariño, de un plan de dos vidas que ven al futuro. Manifestación personal de los que se es y se lleva dentro, de la intimidad. La prostitución es precisamente despersonalización. Comprensión positiva de que la dimensión sexual en el hombre y la mujer está clavada en su ser, le es natural, pero que sin embargo no lo es todo en su vida.

Juzgar desde el respeto de la dignidad del otro. Toda actitud no conforme al respeto debido al otro debe ser desechada. Máximamente aquellas que destruyen la dignidad. Como Martin Luther King dijo un día sobre la lucha por los derechos de los negros, podemos decirlo y también esperarlo de la lucha contra la prostitución: “Sueño con el día en que el bien derrotado vencerá al mal triunfante”

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