jueves, 14 de julio de 2011

El impresentable Fito Páez


Por Nicolás Márquez.
A pesar de su escasa dedicación a los libros, un personaje menor de la farándula musiquera como Fito Páez se dio el gusto de hacerse pasar por “profundo”, escribiendo para el diario paraestatal Página 12 y descargar desde allí sus consabidos resentimientos, en este caso canalizándolos contra la mitad de la población porteña que sufragó en favor de Mauricio Macri.
En efecto, al ser el propio Páez un beneficiario directo de la renta kirchnerista (que con fondos públicos lo contrata generosamente en cuanto festival estatal acontezca), el becario de marras ha visto con muy malos ojos todo sufragio que no vaya a parar en favor del aparato político que lo cobija y financia.
A pesar de que Páez no sabe leer un precario dibujo en el pentagrama (se jacta de ser un pianista avezado), de que desentona ostensiblemente al cantar, de que su destartalado timbre de voz le impide tararear de manera aceptable una melodía doméstica y de que su presencia en el escenario es mucho más parecida a la de un desgarbado recitador divagante antes que a la de una profesional estrella pop de fuste, hay que reconocer que en otros tiempos Páez supo tener un importante éxito comercial. Dato llamativo dado que su aporte artístico no haya ido más allá que el haber sido una deficiente copia de Charly García.

A pesar de estos “talentos artísticos” tan relativos y discutibles, el afónico Páez escribió desde el citado diario oficialista frases tales como “A la mitad de los porteños le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa”, sin admitir que él mismo tiene los bolsillos llenos a costa de qué?, pues de cantar para la reverendísima cloaca.

Seguidamente, el becario kichnerista dispara: “Aquí la mitad de los porteños prefiere seguir intentando resolver el mundo desde las mesas de los bares, los taxis, atontándose cada vez más con profetas del vacío disfrazados de entretenedores familiares televisivos porque “a la gente le gusta divertirse”, asistir a cualquier evento público a cambio de aparecer en una fotografía en revistas de ¿moda?” se lamenta el iconográfico figurón, quien gozaba de su noviazgo con una glamorosa actriz como Cecilia Roth cuando disfrutaba “estar de moda” con aquellos hits bolicheros que supo vender en los años 90`, insistentemente promovidos y difundidos no por la peña de Ciudad Evita sino por la trasnacional Sony Music Entertainment, la cual le pagaba jugosos contratos en dólares, y en cumplimiento de los cuales cantaba “versos” tan profundos como el que reza su canción más emblemática (preste atención el lector):

“Nadie puede y nadie debe vivir, vivir sin amor,

nadie puede y nadie debe vivir, vivir sin amor.

Una llave por una llave y esa llave es mi amor,

una llave por otra llave y esa llave es tu amor.

El amor después del amor, tal vez.

Nadie puede y nadie debe vivir, vivir sin amor.

Nadie puede y nadie debe vivir, vivir sin amor.

El amor después del amor, tal vez,

el amor después del amor, tal vez.

Nadie puede y nadie debe vivir, vivir sin amor.

Nadie puede y nadie debe vivir, vivir sin amor.”

Efectivamente, la profundidad de las estrofas y el tenor de las letras de este ingenioso “poeta” nacional y popular nos confirman la evidente influencia orteguista que pesa sobre Páez, pero no de Ortega Y Gasset sino de Ortega Palito.

Prosigue el “artista” en su nota: “Da asco la mitad de Buenos Aires”, se horroriza el millonario “trovador”, mientras disfruta de su sacrificada vida revolucionaria desde su lujoso y fastuoso apartamento cito en la proletaria Recoleta porteña.

Como si estas “enseñanzas” no bastaran, el deficiente vocalista acusa a la mitad de la población porteña de ser “La ignorancia y la hipocresía de este país. Gente con ideas para pocos. Gente egoísta. Gente sin swing”. Esta última frase es casi un autorretrato del propio Páez: alguien ajeno a la cultura (su condición de trasnochador desaliñado no lo cataloga en absoluto como un hombre de la cultura entre otras cosas porque no es un hombre culto), un egoísta que usufructúa un papel de bon vivant con la plata de los contribuyentes, un hipócrita que canturrea con la izquierda cobrando dólares con la mano derecha y un personaje que no tiene ideas para pocos, sino que tiene pocas ideas.

Impresentable lo de Páez. El kirchnerismo podría haber escogido un empleado más lúcido a la hora de hacer propaganda para el pobre Daniel Filmus.

La Prensa Popular | Edición 14 | Miércoles 13 de Julio de 2011

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