martes, 13 de septiembre de 2011

Bajo la sombra de Lutero

Presentamos nuestra traducción de una entrevista a Mons. Zollitsch, Arzobispo de Friburgo y Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, a pocos días del importante viaje apostólico de Benedicto XVI a su patria.
En esta entrevista, que suscitó polémicas por las declaraciones del Arzobispo sobre los divorciados en nueva unión (y a las que respondieron públicamente el Arzobispo de Colonia y el Nuncio Apostólico en Alemania), se puede conocer un poco más, entre otras cuestiones, sobre la relación del Papa con la Iglesia de su país, la situación ecuménica y la tensión existente entre Roma y Alemania.

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Señor Arzobispo, cuando el Papa Benedicto venga a Alemania a fin de mes, ¿qué imagen tendrá efectivamente de Alemania?


Conoce bien las cosas. Lo he notado nuevamente durante mi última conversación con él, a mediados de agosto, en Castelgandolfo. Ha dedicado a esa conversación una hora y media y todavía una hora y media más durante el almuerzo. Y he notado que está muy informado sobre nosotros.

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¿Pero cómo se informa el Papa alemán sobre Alemania?


Por un lado, su secretario, mons. Georg Gänswein, es un alemán. Lo informa sobre las cosas más importantes, también por Internet. No se puede pretender que el Papa navegue en Internet directamente. Y luego tiene un amplio círculo de amigos en Alemania. Cuando me convertí en presidente de la Conferencia episcopal, me dieron enseguida el consejo de informar al Santo Padre, en lo posible, siempre directamente. Y debo decir que el Papa Benedicto realmente escucha.

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¿Mira los telediarios?


Las noticias las mira con las hermanas que se ocupan del cuidado de la casa, o bien se hace informar sobre las cosas por mons. Gänswein. Por otro lado, yo conozco a Gänswein desde su primer año de estudio universitario. De hecho, proviene de los alrededores de Friburgo y lo he seguido por todo el tiempo de su estudio.

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¿Qué importancia tienen los católicos alemanes en Roma?


Entonces, si debo hablar de modo polémico: en todos lados se piensa que si se necesita dinero, los alemanes importan mucho. Cuando, por ejemplo, el Santo Padre fue a Chipre, recibí una carta del arzobispo local que me pedía si podíamos contribuir con los gastos. Hay también otros ejemplos.

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¿De los alemanas como proveedores oficiales?


Vivimos esto de manera positiva: las instituciones de beneficencia alemanas hacen mucho por la Iglesia universal. Pienso en Misereor, Missio, Adveniat, y Renovabis, y la Caritas. La instrucción de los sacerdotes en América Latina, por ejemplo en Perú, es financiada fundamentalmente por Alemania. También el 60% de los sacerdotes de Sudáfrica son financiados por Alemania. Los católicos alemanes lo hacen posible sobre todo con su contribución de los impuestos para la Iglesia. Esto en Roma es absolutamente reconocido.

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¿Pero los alemanes no están en general, al mismo tiempo, bajo la sospecha de rebelión?


Naturalmente hay en Roma también otros que enseguida olfatean el alejamiento de la fe cuando nosotros en Alemania discutimos sobre algo, incluso contraponiéndonos. Entonces debo decir esto: a través de las múltiples experiencias de discusión – en varios contextos, no en último lugar el ecuménico – nosotros discutimos de modo diverso sobre los problemas de la fe respecto a como se hace en Italia. Pero esta apertura a la discusión que hay en Alemania, en Roma no es entendida muy fácilmente.

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¿Esto vale también para el papa Benedicto?


Siendo alemán, el Santo Padre conoce las cosas muy bien. Pero a algunos cardenales es necesario explicarles la situación de manera un poco más “intensa”. Pero está bien así.

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¿Y la gran sombra de Lutero?


Sí, Alemania en Roma es vista – no por el Santo Padre – todavía como el país del cisma. Algunas palabras fuertes de Lutero, también sobre los papas, son referidas todavía hoy. Esto hace renacer ciertos miedos cuando nosotros discutimos sobre cosas internas del catolicismo. La Reforma es sentida por muchos en Roma como una herida, lo cual es psicológica y teológicamente comprensible.

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¿También el Papa es crítico respecto a las discusiones alemanas sobre eventuales reformas?


Él ha sido profesor de institutos superiores, hasta el día de hoy conoce a sus colegas extremadamente bien. Considera, como también yo, que ciertas discusiones no deberían ser así. Pero sobre esto está mucho más tranquilo que otros en Roma.

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Sin embargo, después de la euforia de los primeros tiempos, parece haber entrado en muchos alemanes una indiferencia respecto a su compatriota que se encuentra en el trono papal.


Esto efectivamente no es sencillo de explicar. Por un lado, a momentos de gran entusiasmo sigue siempre una cierta normalidad. Tal vez en nosotros hay también una particular tendencia a la autocrítica. Corremos el riesgo de encerrar siempre nuestra alegría en un ángulo de nuestro corazón. Además seguramente llegamos con facilidad a considerar que en Roma se debe pensar exactamente como pensamos nosotros. Pero de este modo se olvida la grandeza y la variedad de la Iglesia universal.

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¿Pero el Papa soporta la crítica?


Es bueno que se pueda discutir abiertamente con él. No es en absoluto el profesor o el Papa lejano que se cierra a las opiniones de los otros.

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¿No es alguien que lo tome a mal?


No, no si lo toma como expresiones francas.

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¿Pero hay personas en el Vaticano que lo toman a mal?


Algunos en el Vaticano tienen la impresión de que los alemanes prefieren establecer ellos mismos cuándo y por qué el Papa deba expresarse. Y esto es criticado.

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El presidente federal Wulff está muy comprometido con la visita del Papa a Alemania. Wulff es católico, separado y en una nueva unión. Según las reglas vigentes, él está excluido de la Eucaristía. ¿Esto no hace pensar a la jerarquía eclesiástica católica?


Evidentemente esto hace pensar. El presidente federal ha dado mucha importancia al hecho de que el Papa viniese. Nosotros nos planteamos muy frecuentemente la pregunta de cómo podemos ayudar a las personas cuya vida en muchas cosas ha transcurrido de modo infeliz. De estas experiencias forma parte también un matrimonio que ha fracasado. Por lo tanto, es un problema de misericordia y sobre esto en los próximos tiempos hablaremos de modo intenso.

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¿Cuál es, entonces, su respuesta: el presidente federal es un buen católico?


Para mí es un católico que vive su fe y sufre por cómo es la situación. Yo reconozco al presidente federal por su testimonio público de fe.

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Pero esto tiene gran peso: algunas reglas de la Iglesia son tan severas que ni siquiera un jefe de Estado puede observarlas.


Este es un problema serio del que debemos ocuparnos. Y yo personalmente espero poder vivir todavía un tramo de este camino.

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Y si Wulff fuese a usted para recibir la Comunión, ¿usted se la negaría?


No creo que viniese.

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Además del presidente federal, el Papa en Berlín se encontrará con el actual alcalde. También Klaus Wowereit es católico y, dado que es homosexual, también a él su Iglesia le dice que vive en pecado. ¿La Iglesia no se mutila a sí misma excluyendo así a tantos grupos?


Estas situaciones me preocupan, lo entiende también usted. Debemos realmente buscar cómo dar respuestas a preguntas sobre opciones de vida que estén fundadas también teológicamente.

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Usted se encuentra frente a un problema, que a menudo se plantea también a las empresas: ¿cómo cambiar sin traicionarse a sí mismos?



Sí, debemos emprender un trabajo de transformación de nuestra “hacienda”. Como católicos nos interesa que en esto nos siga posiblemente una gran parte de los creyentes.

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¿No teme que la visita del Papa produzca desilusión – muchas palabras y puestas en escena pero finalmente todo sigue como antes?


No debemos sobrecargar esta visita con demasiadas expectativas, pretender demasiado de esta visita. El Papa mismo es muy realista y dice que no podemos pretender que el día después de su visita todo haya cambiado en Alemania.

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¿Se puede esperar algo respecto a la cuestión ecuménica de esta visita?


Por impulso, diría que sí

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¿Cómo podría ocurrir?


¡Pero deje al menos que el Santo Padre llegue!

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Entonces hagamos preguntas a largo plazo: ¿nuestros hijos verán el final del celibato?


No creo que esta sea la solución de la Iglesia universal. Pero creo que sobre el tema de los divorciados en nueva unión podrán darse pasos adelante – estando yo todavía con vida.

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¿Qué les dice a los sostenedores de las reformas, que se sienten frustrados por la lentitud de los cambios en la Iglesia católica?


También yo corro el riesgo a veces de cansarme y pienso: ¿por qué las cosas no proceden más de prisa? A veces también yo debo imponerme la paciencia necesaria.

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¿Pero la Iglesia finalmente tiene todavía influencia en Alemania?


La política busca el contacto con nosotros sobre muchas cuestiones, pero también somos repetidamente atacados. Las dos cosas van juntas. El Papa ha dicho: si el mundo choca con la Iglesia significa que toma la fe en serio.

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¿Hay actualmente un partido que sea más cercano que otros al cristianismo?


Me alegra que haya entre nosotros un partido que tiene en el nombre la C [cristiano]. Esto tiene la ventaja de que yo puedo decir qué espero de la C.

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¿Un buen católico debe votar a CDU o CSU?


Es ciertamente algo bueno que los partidos de la Unión continúen luchando por la C. Pero en relación a la propia decisión sobre quién votar, cada católico debe ponderar personalmente, mucho más atentamente que antes. Luego puede llegar a la convicción de que determinadas demandas tal vez son mejor sostenidas en otros partidos. También entre los verdes constato siempre coincidencias con las convicciones cristianas.

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¿Esto es parte del fenómeno verde como partido de pueblo?


La cuestión ecológica está siempre ligada al tema de la creación. Y el presidente de los ministros de nuestro Land, Kretschmann, que es un verde, expresa claramente su fe y colabora con nosotros en el consejo diocesano. Ciertamente han cambiado varias cosas desde que aparecieron en escena los verdes.

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¿Los verdes pueden definirse un partido cristiano?


Son un partido en el que muchos cristianos se sienten en casa.

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Usted ha sido por diez años director del seminario – y entonces el número de los solicitantes aumentó. ¿Qué sucede ahora?


Es cierto, en aquel período el número de los seminaristas se duplicó. Había entonces entre 20 y 25 ordenaciones sacerdotales al año. Lo decisivo, según mi experiencia, era el contacto personal, de muchísimos modos. A través de los profesores de religión, llevar jóvenes interesados a conversar unos con otros sobre el tema.

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¿Qué interpela tanto a los jóvenes para hacer que quieran todavía realmente convertirse en sacerdotes?



Se preguntan: ¿qué significa para mí Dios, y yo qué puedo ofrecer? Esto debería ser ya lo decisivo. Luego se agrega la alegría de una vida comunitaria en la Iglesia, también en la liturgia.

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¿Qué lo ha impulsado a ser sacerdote?



Ha sido en efecto una pregunta muy sencilla: ¿por qué cosa vale la pena vivir?

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¿Usted no habla, de hecho, de la atracción de un director espiritual, carismático?



Naturalmente la persona que hace de guía desarrolla un rol importante. Antes era a menudo un capellán en la comunidad, para muchos ha sido también Karol Wojtyla. Pero finalmente la decisión debe ser autónoma.

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¿Hay una explicación para el hecho de que una figura con enormes problemas personales y en parte ideas espantosas como el obispo Mixa haya tenido en su seminario tan gran afluencia?


Es seguramente una cuestión relativa a los criterios de elección. Yo tengo un principio, que se ha confirmado: el primero no es el más misericordioso. Si yo llego a la convicción de que alguien no es adecuado, se lo digo de inmediato y claramente.

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¿Quién no es adecuado, según su experiencia?


No es adecuado quien tiene graves problemas en el plano psicológico o quien busca en la Iglesia un mundo perfecto lejano de la realidad. Allí se siente que no resistirá por mucho tiempo.

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¿La Iglesia no es para religiosos celosos?


No, no es suficiente un celo en la fe, debe haber también un fundamento sólido.

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Una vez usted habló de una dura prueba: durante la guerra, mientras era niño, usted fue expulsado de la actual Serbia. En aquella ocasión su hermano mayor fue asesinado frente a sus ojos. ¿Para un cristiano es más fácil superar tal tragedia?


No es nunca fácil, todavía, hablar de esto. Tenía seis años y aún escucho los disparos.

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Estabais huyendo…


… sí, y luego fuimos puestos en un campo de exterminio.

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¿Un campo de exterminio como bajo los nazis?


Sí, los rebeldes de Tito querían aniquilar la población alemana y sistemáticamente dejaban que la gente muriera de hambre. Un cuarto de nuestro pueblo murió así.

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¿Y allí encontraba a Dios?


Estábamos en un Lager y no teníamos más respuestas. Sin embargo, cuando a la noche estábamos sentados sobre la paja y rezábamos el rosario, la gracia de la fe abrió otra dimensión.

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¿Qué significa?


Frente a nosotros estaba la oscuridad. Pero luego está también Aquel que sufrió todo por nosotros, Jesucristo. Para mí esto se convirtió en la orientación fundamental, y por esta perspectiva valía la pena vivir.

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¿Y nunca se quejó a Dios, preguntándole cómo había podido permitir esto?


Ciertamente la pregunta me ha atormentado con frecuencia. Para esto hay una respuesta teológica, pero yo sé que en el fondo no hay ninguna respuesta fácil. La oscuridad está allí y te quedas sin palabras.

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¿A pesar de una fe fuerte?


Sí, lo he visto y vivido muy fuertemente con mi madre. Mi padre fue enrolado como militar en 1944. Y mi hermano, que entonces todavía vivía, dijo: “Papá, lléveme con usted”. Entonces nos dirigíamos a los padres tratándolos así. Pero mi padre dijo: “Muchacho, quédate aquí, cerca de mamá”. Y mamá hasta el final se sintió culpable. “Si yo lo hubiese dejado ir, estaría todavía vivo”. Esta cruz la debió llevar junto a ella.

Posted: 12 Sep 2011 11:38 AM PDT
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Fuente: Fine Settimana


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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