lunes, 17 de octubre de 2011

LA EDUCACION SEXUAL EN NUESTROS COLEGIOS


Reflexión semanal de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata,
en el programa «Claves para un mundo mejor» (15 de de octubre de 2011)

En varias oportunidades hemos hablado acerca de la educación sexual integral que, de acuerdo a lo que ordena la ley, se está llevando a cabo en las escuelas argentinas. También en las escuelas católicas.

He advertido, en otras oportunidades, esa especie de calumnia que dice que la Iglesia está en contra de la educación sexual. No es así, de hecho en nuestras escuelas se está llevando adelante ese aspecto fundamental de la formación humana y cristiana de los niños y de los adolescentes, sólo que nosotros impartimos estos conocimientos de acuerdo a la fe y a la concepción cristiana del hombre.

A propósito quiero disipar un equívoco. He escuchado, varias veces, que se dice que la educación sexual debe ser igual en las escuelas públicas de gestión estatal y en las escuelas públicas de gestión privada porque se trataría de trasmitir conocimientos veraces y científicos y esos, obviamente, son iguales y que luego se podrían añadir los contenidos culturales y religiosos particulares. Aquí hay que hacer una distinción: para nosotros la concepción cristiana del hombre no es un añadido circunstancial que podemos sumar a un conjunto de verdades o de nociones científicas.

Por empezar no hay una oposición. No puede haber una oposición entre la fe y la ciencia. Si es ciencia verdadera eso va a estar de acuerdo con las verdades de fe y sobre todo con la noción revelada del hombre que encontramos en la Sagrada Escritura, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia.

De tal manera que la educación sexual que se imparte en nuestros colegios no puede ser igual que aquella que se imparte en los colegios estatales si en esas instituciones se siguen los contenidos indicados oficialmente por el Ministerio de Educación de la Nación y las publicaciones ofrecidas desde allí mismo, que son sumamente discutibles, sumamente censurables.

Nosotros debemos, y lo estamos haciendo, impartir educación sexual de acuerdo a la fe cristiana y de acuerdo a la concepción cristiana del hombre transmitiendo, entonces, conocimientos veraces y científicos.

También desde esta columna televisiva, he dicho y no hace mucho, que una revista publicada recientemente por el Ministerio de Educación de la Nación y dirigida a los padres de familia contiene serios errores científicos y omisiones. No ofrece en su totalidad información veraz.

Por lo tanto, insisto, nosotros remarcamos la identidad de la enseñanza que transmitimos. La sexualidad es un aspecto fundamental de la vida humana y para nosotros no hay una escisión entre lo científico y lo religioso sino que, insisto, hay una sola verdad sobre el hombre que tiene una dimensión científica, una dimensión cultural, y la dimensión religiosa. La educación sexual es entonces un aspecto de la formación integral de la persona que es el cometido principal de la educación católica.

Por otra parte el nombre de “educación sexual integral” ojalá respondiera a una realidad en todos los casos. Insisto mucho en los contenidos curriculares que son impuestos oficialmente y, peor todavía, en ciertas publicaciones como los “Cuadernos de Educación Sexual Integral” que de integral tienen bastante poco.

Entonces me parece que aquí se juega algo fundamental para el futuro de la sociedad argentina porque este aspecto principal de la vida humana no puede ser trasmitido de cualquier manera.

Nosotros tenemos que edificar plenamente la persona, darle los instrumentos para que los chicos y chicas crezcan sanamente con su identidad varonil o femenina y puedan, en todo caso, prepararse para amar de verdad, para constituir una familia fundada sobre el matrimonio que es la unión perdurable de un varón y una mujer, y para abrir ese amor a la comunicación de la vida que es, sobre todo, el futuro de la Argentina.



Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

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