martes, 28 de febrero de 2012

Del “piloto automático” de Menem a la falta de frenos de los Kirchner


por Juan Salinas Bohil

Si hay algo que tienen la mayoría de los presidentes argentinos son sus destacadas ensoñaciones. Pero está claro que son el fiel reflejo de sus votantes y de los que no, aunque tiempo después éstos suelen decir “Yo no lo voté” (ahora se empieza a usar “no la voté”).
Los últimos tres electos que han llegado a la Rosada tienen como común curiosidad la actividad de sus hijos a la par de jefes de Gabinete o Primera Dama. Son estilos, como no efectuar reuniones de Gabinete, “hacer de Presidente” o tener como única actividad diaria el uso de la Cadena Oficial de la Publicidad.
Según Menem, gracias a él nuestro país había entrado en el “Primer Mundo” para alcanzar el lugar que le correspondía en el concierto de las naciones”, sin especificar si Argentina hacía las veces de concertino o se limitaba a bambolear las maracas, aunque su ardor y el de Domingo Cavallo le hayan provocado tiempo después a de la Rúa otro concierto, pero de cacerolas, tefloneadas y de las otras.
Hoy día la cosa marcha sobre rieles, casi a la velocidad de tren bala, pese a que el matrimonio Kirchner llegó a este mundo con mucho resentimiento, en especial contra los uniformados y a la historia, debido a que ni Manuel se merece anteponer el título de general a su nombre y apellido pero sí el “doctor” (http://www.chicos.gov.ar/2012-es-el-ano-de-homenaje-a-manuel-belgrano). Como si el creador de la bandera no hubiese escalado los peldaños de la carrera militar y hubiere usurpado ese título. De esos hay quienes saben bastante. Sí, general Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, de él estamos hablando. Y que viva por siempre.
Entre menemismo y kirchnerismo existen sutiles diferencias, tan leves que podría decirse que son la misma cosa, como que los que hoy integran esa selecta cofradía, ayer estuvieron en la otra y mañana volverán al cubil primogénito. Una especie de pasamano a la carta regado con vino de la casa algo picado. Se parecen tanto que lo de ayer fue como una plaga de langostas de mandíbulas gigantescas, y la de hoy, es lo más parecido a la marcha de una marabunta después de cuarenta días de ayuno. Se están almorzando todo. Y lo aprendieron tan bien que se lo transmiten a los más jóvenes con devoción: en este mundo sin ideologías, primero la plata, ya llegará la revolución.
Así, el matrimonio tiene control sobre todo -o casi todo-: petróleo, gas, pesca, siderurgia, transporte, casinos, minería y mucho más. Le falta como frutillas del postre la vicepresidencia que casi casi la tiene a su alcance, y la Ciudad y la provincia de Buenos Aires.
Estatizo, privatizo, estatizo. Es el juego al que mejor juegan funcionarios, gremialistas y grandes empresarios desde la década del 40. Una tríade incomparable disfrazada de los ropajes de época según pinte la ocasión o quizás, analizado en términos estrictamente militares, un fabuloso ejército de ocupación colonial que no acostumbra pagar ningún plato roto de los que acostumbra a estrellar contra el suelo. Una hidra sin cabeza provista de miles de tentáculos que arrastra y arrasa todo a su paso, hasta las cada vez más casitas de chapa de los pobres mientras miran a través de la Televisión Pública el Fútbol y el Turismo Carretera para Todos a través de su Plasma para Todos, al mismo tiempo que comen Milanesas para Todos, conservadas en sus Heladeras para Todos cuando suelen llegar los demás familiares en sus resplandecientes Motonetas y Bicis para Todos, cuando no suelen usar la Tarjeta SUBE para Todos. Un mundo perfecto. Como el de Chávez.
Desde el miércoles, de lo que se habla y escribe en radios, televisoras y diarios a cartón lleno es de la muerte de 51 personas y más de 700 heridos debido a un tren que se quedó sin frenos cuando arribaba a la estación cabecera del Ferrocarril Sarmiento en el barrio de Once. Si fuésemos sinceros deberíamos recordar que de acuerdo al pensamiento de dos de los tres jueces “progresistas” de la Corte Suprema, el único propósito de los medios de prensa es “instalar” un tema que no tiene relación con la realidad. No es que haya tantos casos de inseguridad, se atrevieron a decir en su momento, sino que se repiten tanto que parecen muchos. Era la confirmación del más alto Tribunal de lo queda de la Republica a lo afirmado por el Ejecutivo con respecto a la inseguridad, a la que definía como solamente una “sensación”.
Quince días atrás, luego del asesinato del fotógrafo francés en Retiro y el robo con posterior manoseo de dos turistas francesas en Salta, el ministerio de Asuntos Exteriores francés alertó a sus conciudadanos acerca de las zonas más inseguras del país. El organismo subrayó que la inseguridad en Argentina es “muy real”, “El uso de drogas se incrementó drásticamente y esto generó un aumento en los ataques violentos, “Los delincuentes son impredecibles”, “Retiro está totalmente desaconsejado”, “En los barrios populares, como La Boca, nadie debe tratar de alejarse de Caminito, en especial, los días de partido de fútbol. Del mismo modo, la calle florida y el barrio de San Telmo atraen a muchos carteristas”. Y se ve que el ministerio tenía buena onda con Argentina porque no mencionó la violación y asesinato de dos de sus compatriotas en Salta en julio del año pasado.
Ante este panorama y como es su costumbre, ni los funcionarios ni los periodistas “militantes” del “modelo nacional y popular”, abrieron la boca. Como bien que callaron cuando en España expulsaron de la carrera judicial a uno de sus máximos ídolos, Baltasar, a quien ni Melchor ni Gaspar pudieron salvar.
Aplicando el mismo criterio del “progresismo” podríamos decir que en el luctuoso caso producido en la estación Once de septiembre, las 51 víctimas fatales y los 703 los heridos fueron en realidad 5 y 70 respectivamente, aumentadas aviesamente por los periodistas al repetir una y otra vez durante dos días seguidos noticias sobre el siniestro. No sería cierto tampoco que la Presidente pase tanto arriba del avión nº 1, sino que la repetición constante de uno sólo de sus viajes provoca efectos alucinógenos en la población que cree a pies juntillas lo que dice el “periodismo hegemónico” con su “terrorismo mediático”. De esto se trata como llaman los socialistas de Sandinia, Castrolandia, Chavezuela, Correador, Bolicoca y Kirchnerlandia a los medios de prensa que no les son adictos.
Las declaraciones del secretario de Transporte son, a la vez, asombrosas y horribles. Dijo en esos monólogos a los que los funcionarios suelen denominar “conferencias de prensa” en donde no se permiten preguntas (es hora de que los periodistas si se estiman un poco dejen de hacer las veces de claque gratuita) que si el accidente hubiese ocurrido un día antes (feriado) hubiera sido una cosa mucho menor”. Y tiene razón porque el pueblo sabe muy bien que “Si Chicho comía, no moría”. Es el mismo burócrata que en la primera semana de enero, cuando 8 personas que viajaban colgadas en un vagón del Ferrocarril San Martín cayeron a las vías en la zona del Puente Pacífico señaló la “imprudencia” de personas que habitualmente viajan en el estribo, para terminar con un “Esto nos tiene que dejar una enseñanza: no se puede viajar colgado”. Sabe muy bien el secretario que “colgado”, “parado”, “asfixiado”, “apretado”, “toqueteado” o “sentado” en los techos de los vagones es una manera habitual de viajar. Si no lo sabe debería renunciar. Si no lo ha hecho hasta el momento. Por algo será.
Pero si como el dolor por la catástrofe no fuera suficiente para silenciar por algunas horas esas bocotas tan llenas de cuestiones inconducentes, ahora nos venimos a enterar que el gobierno, el mismo que debe supervisar a quien presta el servicio, vendrá a presentarse como querellante, es decir, se querellará a sí mismo. También el nacional y popular Luis D’Elía salió de su ostracismo con los tapones de punta contra el modelo del “neoliberalismo conservador” (¿?) y Mamá Hebe, algo fastidiada últimamente de su hijo Sergio, después de dar las habituales vueltas y vueltas a la Pirámide de Plaza de Mayo en su habitual ronda de los días de jueves, posiblemente algo mareada apuntó mal y disparó con munición gruesa: “Me da vergüenza de Jaime (el anterior secretario de Transporte) y de Schiavi (el actual), se les da tres millones por día y, ¿qué hacen con esa plata?”. Eso, eso, eso. Hay que averiguar bien en qué se gastaron y mandarlos presos. ¿Sí mamá?
Ahora, con seguridad, como en el tango, “vendrán caras extrañas”. Porque sobran cuerpos y bolsillos flacos para hacerse cargo del Ferrocarril que nadie controló. Ni controlará. A no confundirse porque esto es Argentina. ¡Qué pena esas muertes innecesarias de argentinos! Pero cualquiera que viajaba en esa línea sabía del riesgo que corría. No tenían opción. Era -es- la única manera de viajar. Algunos entienden que dos días de duelo y distancia, mucha, muchísima distancia, pueden aliviarlo todo. No es así. No debería ser así.


Correo de Buenos Aires.

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