domingo, 10 de junio de 2012

La seguridad interior e Isabel la Católica.



Constituye un lugar común en la Argentina escuchar, leer y comentar respecto de la seguridad interior a raíz de la ola de delincuencia que no trepida en robar, herir, violar y matar a niveles de impunidad que indigna al pueblo pero que las autoridades públicas no recogen y tampoco solucionan. 
por Rodolfo Jorge Brieba



 No muy distintos eran los tiempos cuando Isabel I de Castilla la Católica (1451-1504) se coronó reina de Castilla a la par de Fernando I de Aragón en1469 constituyendo la dinastía fundadora de la España moderna al reorganizar la administración, el gobierno, las finanzas, la Iglesia Católica secular y regular, las fuerzas armadas, etc. Pero uno de los problemas que afrontó fue el de la falta de seguridad en los caminos y campos producto de banda de facinerosos y delincuentes que asolaban los mismos, a cuyo efecto creó la Santa Hermandad o Fraternidad de Unión Sagrada como ejército interior con poderes policiales y judiciales a partir de 1476, decidido ello en las Cortes de Madrigal de las Altas Torres, real de nacimiento de Isabel, y disposiciones adoptadas en Valladolid y Dueñas. Dicha Hermandad tenía competencia por encima de la de los señores y de las milicias urbanas y se abastecieron mediante el aporte humano de las familias que elegían a dos jefes-jueces sumarios, uno entre los plebeyos y otros entre los caballeros aportando hombres armados para cumplir las misiones, organizándose los relevos para persecución de los delincuentes, toque de campanas obrando como alarmas, etc. Sus integrantes se reunían en asambleas de dirección colectiva, no dependían de Cortes ni señores, sólo respondían a la realeza quien designaba delegados ante las mismas, se dividían en capitanías para darles movilidad y eran financiadas por las ciudades. Los procesos eran sumarios y las ejecuciones en descampado. Los milicianos tenían derecho al cobro de un premio por cada arresto de malhechor. Asimismo, prestaban hospitalidad a los viajeros a la par que pan y vino al igual que cebada para los animales de montar y de carga. Ello generó eficaces y rápidos resultados con beneficio de la población y prestigio de la realeza. Hacia 1480 comenzaron a contribuir con hombres y fondos a la Cruzada contra los moros en su último reducto de Granada. El primer viaje de Colón hacia las llamadas Indias fue financiado con fondos de la Hermandad y garantía de reposición de la Cruzada por 1.1500.000 maravedíes. Para 1498 fueron disueltas y su organización se delegó en las cuadrillas locales con financiación de los municipios. 
 (tomado de “La incomparable Isabel La Católica” de Jean Dumont. Ediciones Encuentro, Madrid, 1993) 
 Rodolfo Jorge Brieba

No hay comentarios:

Publicar un comentario