lunes, 20 de agosto de 2012

De no creer: los fantasmas invaden a cristina de Kirchner y uno no se quiere ir.

Por Pablo Sirvén 
La Presidenta había quedado muy (bien) impresionada la otra vez que le birlé la página a Roberts. Quise sumar ahora un impactante bonus track. Pero temo que el tiro me salió por la culata. Les cuento.
Esta vez el encuentro con CFK fue en el quincho de la quinta de Olivos, donde había estado toda la noche montando una colosal presentación con mi staff de nerds tecnológicos. Como sabía que la Presi se había quedado entusiasmada con su charla virtual con las imágenes holográficas de los libertadores José de San Martín y Simón Bolívar en Tecnópolis, patalee y grité a lo Steve Jobs hasta conseguir en tiempo récord perfeccionar el prototipo y convertirlo en una genuina máquina del tiempo. Le cargamos una base de datos que sincroniza y cruza información de Wikipedia e imágenes de YouTube, y armamos los perfiles corpóreos de cien figuras argentinas de todos los tiempos en 3D, HD y HDP. Un chiche. Quedaron requetebuenos, si hasta parecen que están de cuerpo presente. Sólo se rompe el hechizo si uno pretende tocarlos ya que son puro aire coloreado por los haces de luces de nuestra máquina que hemos bautizado Alea. 
-¿Y eso qué significa? -preguntó la jefa, que miraba la colorida botonera de la consola con embeleso de niña. 
-El nombre no es casual, Presidenta. Es la primera palabra de una cita de Julio César. "Alea jacta est", que quiere decir: "La suerte está echada", y que habría utilizado su par cuando cruzó el Rubicón. 
-¿¿¿Par??? No me compare con cualquier tano, che -me cortó con tono arrabalero, a lo Tita Merello. 
Para salir del mal trance, me apuré: -.Pero eso no es lo más importante, señora. "Alea" fue, precisamente, el nombre del primer multimedio argentino. 
-¡No quiero oír hablar de los monopolios mediáticos! 
-Señora: el primer multimedio de este país no fue privado, sino estatal. El gobierno del general Perón concentró en esa editorial una cantidad de publicaciones "afines" que, tras la confiscación de La Prensa, actuaban como caja de resonancia de aquella gestión. Si quiere podemos convocar a la figura holográfica del benemérito fundador de su partido para que nos amplíe. 
-No estoy preparada todavía para verlo a "El". 
-Entiendo que estamos hablando de distintas personas, pero no importa. La invito a convocar a quien desee. 
-Para que vean lo amplia que soy, el primer botón que toco es el de Domingo Faustino Sarmiento, con el que mantengo algunas discrepancias ideológicas. 
De inmediato, con toda perfección, se corporizó ante nosotros, con su desnuda testa y su gesto adusto, el gran maestro. Sus palabras la perturbaron: -Fui nombrado presidente de la República, y no de mis amigos. Cuando los hombres honrados se van a su casa, los pillos entran en la de gobierno. 
-Archívelo -me ordenó y de inmediato el "padre del aula" se volatilizó. 
-Vamos, mejor -dijo Ella- con alguien del campo popular. 
Pulsada la tecla correspondiente, se hizo carne don Hipólito Yrigoyen, con su clásico bombín. El silencio fue hondo. 
-Ya no anda el sonido, ja- ironizó impaciente la N° 1. 
-No es eso. Pasa que no le gustaba hablar en público. Sus gestos dicen más que las palabras. Obsérvelo. 
-Entonces, ¡next! A ver, a ver.¡¡¡¿qué hace acá el Petiso Orejudo?!!! 
-Como bien nos enseñó el Vatayón Militante, y usted misma, todos somos iguales: los de adentro y los de afuera. 
-Tiene razón -y ahí no más pulsó el botón correspondiente. El reo nos miró con sus ojos extraviados y orejas inmensas. Al apuntarnos con una piedra lo diluimos al toque. 
-Vamos a algo que nos represente y nos enorgullezca más: el Che. Ahí no más, con su uniforme de fajina, boina y habano, Ernesto Guevara habló con tonada cubanizada: -Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro. Ella le levantó el pulgar en señal de aprobación. El la miró impávido. Remember: era sólo una proyección. 
El siguiente fue Manuel Belgrano. Su frase incomodó a la mandataria: -Este país, que al parecer no reflexiona ni tiene conocimientos económicos, será sin comercio un país desgraciado. Fue justo en ese momento que en la oscuridad del salón -necesaria para lograr la mayor verosimilitud de las apariciones­- se deslizó Florencio Randazzo. Tanteaba un lugar donde sentarse, trastabilló y vino a caer sobre la tecla de Juan Domingo Perón. La estampa del General se materializó al instante. 
-¿Cómo anda, mija? - dijo con su voz cascada, bien campechano. La Presidenta presintió que algo andaba mal y me miró. El General, mientras tanto, le guiñaba un ojo y le repetía lo que le había escrito en 1945 a Evita: -El mal de este país son los brutos. 
Por lo bajo, CFK me pidió que lo sacara ya, pero el comando no respondía. Perón seguía con sus consejos de Viejo Vizcacha. Desconecté el equipo y el líder no se desintegraba. A la Presidenta le trajeron las sales. Ya no estará tan sola en Olivos. Un poco de peronismo no le vendrá nada mal. 


Posted: 18 Aug 2012 . Publicó Noticias Verdaderas en la Época.



Fuente: Por Pablo Sirvén | LA NACION

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