jueves, 20 de diciembre de 2012

Año nuevo, plan nuevo: el Gobierno pone primera con su "fórmula 20-20-20" de cara a la economía que viene.


 
Por Fernando Gutiérrez. 
El país ya no cuenta con la abultada caja de antes, el atraso cambiario se hace evidente, a los argentinos la inflación los afecta más que antes y no hay mucho margen para que empresas argentinas pierdan competitividad. El Gobierno lo sabe y avanza en un cambio de esquema.
Las dudas de analistas.  
Había una época en que Guillermo Moreno se jactaba de ser "el pibe 9", porque alegaba que, gracias a sus servicios, el país había logrado un crecimiento del PBI del 9%, una inflación contenida en 9% y un índice de desempleo que había caído también hasta el 9%.
Parecen días muy lejanos, porque hoy los números muestran un deterioro en todos los renglones de la performance económica. Será por eso que ahora rige entre los funcionarios kirchneristas una nueva consigna, con un nuevo número fetiche: el "plan 20- 20- 20".
De hecho, las medidas que se vienen tomando apuntan a ese objetivo -no declarado públicamente pero vigente en los hechos- que consiste en que en "la economía que viene" haya tres variables fundamentales que converjan a una tasa anual del 20%: la inflación, los salarios y el dólar.
Parte de ese plan ya arrancó, y deja en evidencia que -más allá de lo que se diga a la hora de los discursos- en el seno del propio del Ejecutivo se llegó a un diagnóstico no tan distinto del que sostienen la mayoría de los analistas.
Esto es, que las empresas argentinas han ido quedando cada vez más relegadas y han perdido muchos mercados por sus problemas de suba incontenible de costos y caída de competitividad.
Y que la inflación llegó a un nivel tal que desalienta inversiones y provoca problemas sociales.
En consecuencia, el país ha ido despidiéndose de aquellos años en los que la divisa estadounidense subía apenas 7% u 8% anual mientras que la suba general de precios era de un 24%, lo que hacía que la Argentina se encarezca en dólares un 15% cada año.
También, de esa premisa que fuera avalada durante muchos años, consistente en que los salarios podían trepar libremente, hasta un 30% para así no sólo empatar sino ganarle unos puntitos a la inflación.
Hoy todo eso se terminó. Tal como reza una conocida frase, "uno puede hacer lo que quiera con sus actos, menos evitar sus consecuencias".
Actualmente la Argentina está pagando esas consecuencias, que se hacen evidentes en el atraso cambiario, pérdida de competitividad, puja sindical, falta de inversiones y pérdida en su capacidad de genera nuevo empleo, entre otras cuestiones. Y que, además, encuentra al cepo cambiario como expresión más acabada de las medidas obligadas a las que tuvo que echar mano el Ejecutivo.
Nuevo diagnóstico para el "paciente"
"Probablemente se buscará una variación cercana al 20%. Y es seguro que en 2013 vamos a ver una mayor correspondencia entre lo que se pauta en las negociaciones salariales y la suba del dólar. Ambas variables van a ser bastante parecidas. Más aun en los salarios del sector público, lo cual me parece bien", afirma el economista Miguel Bein, uno de los más escuchados por los empresarios.
Como le gusta recordar a Cristina Kirchner en sus discursos, los salarios en la Argentina han tenido la recuperación más fuerte en la región, al punto de que hoy se encuentran el tope del ranking de ingresos medidos en dólares.
Y está muy bien que así sea. El problema es que la productividad no creció en igual magnitud, lo que encarece fuertemente el costo de las empresas.
Más bien, ese lugar en el podio es producto del atraso cambiario, es decir, de un billete verde que ha subido poco en comparación con los salarios y la inflación.
Fue lindo mientras duró, porque implicó un aumento del poder adquisitivo, aunque ficticio para muchos analistas. Pero ahora todo indica que se llegó a un límite.
Así las cosas el "plan 20-20-20" será el eje conductor de la política económica K.
Dólar: la tasa de devaluación se aceleró notablemente, al punto de que hoy, si se proyecta anualmente el deslizamiento que ha tenido el billete verde en los últimos dos meses, arroja un resultado de 20%.
Salarios: la política oficial continúa firme en el sentido de advertir el peligro de incurrir en demandas excesivas. Desde ahora la Presidenta condicionó la actualización del piso a partir del cual se paga Impuesto a las Ganancias a que la misma venga acompañada de una pauta salarial moderada para las próximas paritarias.
Inflación: el Gobierno inició un proceso de moderación en el gasto público, cuyo financiamiento supone una de las principales fuentes de emisión monetaria. Por lo pronto continúa alta -en torno del 24% anual- pero no se descontroló, pese a la acelerada que pegó el dólar oficial. 
Para Eduardo Curia, un economista cercano a los primeros tiempos del kirchnerismo -que siempre ha criticado el uso del dólar como "ancla" del resto de los precios- los cambios implican una señal auspiciosa, especialmente por el lado de la aceleración de la tasa devaluatoria.
"Se perfila un giro respecto de lo que ha sucedido en los últimos años. La pregunta del millón es si este ´hito´, de cara al 2013, significa el punto de partida de una futura confirmación más sistemática, o simplemente se trata de un respiro circunstancial", plantea Curia.
Mientras tanto, los empresarios, preocupados por la pérdida de competitividad, se dedican a disfrutar el momento: después de tres años en los que sistemáticamente la inflación superó a la suba del dólar, ahora se está revirtiendo levemente esa tendencia.
Para el consultor Salvador Di Stefano, es muy probable que el actual ritmo devaluatorio se consolide. El analista considera, además, que Brasil ha depreciado su moneda, lo que deja aun menos margen como para que la Argentina retorne a un tipo de cambio "planchado".
Di Stefano ya viene tomando nota del viraje en el rumbo oficial: "La brecha entre inflación y devaluación anualizada ahora se achicó a un dígito".
Cerrando la brecha
Una de las grandes preguntas es si este nuevo contexto -dólar subiendo a un ritmo más cercano a la inflación- será sostenible en el tiempo. 
Ocurre que, durante muchos períodos, el tipo de cambio (al igual que las tarifas públicas) ofició de "ancla" para evitar que la suba de precios escale aun más.
Muchos temían que si el billete verde comenzaba a escalar más de golpe esto iba a tener su correlato en una inflación aun mayor. Incluso, hasta la Presidenta mostró sus temores sobre este tema, en un discurso ante los industriales.
De momento, hay cierto consenso en que el Gobierno tendrá éxito en el corto plazo en su intento por hacer que dólar e inflación circulen a una velocidad más parecida (y no uno al triple de ritmo que el otro).
No obstante, consideran que, para que esta política tenga éxito a largo plazo, es necesario un plan integral que tenga como objetivo principal lograr la baja del índice de suba de precios.
"Lo que explica que la inflación no se haya acelerado es el hecho de que este año hubo una moderación en el consumo y en las subas salariales. Esto es lo que permitió que se pudiera incrementar más rápido la cotización dólar sin que eso se reflejara en los precios", analiza Bein.
Pero advierte que, de cara al futuro, con un nuevo escenario, se requerirá un manejo de la economía bien diferente del mostrado en 2012. 
Claro que surgen dudas sobre la capacidad del Gobierno para poder llevar adelante semejante tarea, que implica la pericia propia de quienes deben desconectar una bomba. Por eso, muchos sugieren utilizar la estrategia de la gradualidad, de manera de evitar los extremos: ni una escalada inflacionaria ni una caída en recesión.
De los tres componentes que conforman la "fórmula 20-20-20" el que pinta más difícil de implementar es el de la baja de la inflación.
En la visión de Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica, "la gran novedad es que el dólar, que era el que estaba rezagado, se unirá al resto", ya que se prevé escale en el orden del 20% anual.
Si -tal como ya proyectan los analistas- el Gobierno no logra bajar la suba de precios al 20% sino, más bien, "estacionarla" cerca de un 25%, la Argentina tendrá una "inflación en dólares" en torno del 5%. Es decir, la tercera parte de la registrada en los últimos años. 
¿Alcanza o sigue siendo mucho? Para responder a esa pregunta habrá que mirar de cerca lo que hacen los vecinos:
Si mantienen sus monedas estables, entonces la Argentina no tendría mayores preocupaciones, dado que ese ritmo inflacionario dolarizado estaría en línea con el del resto de la región.
En cambio, si Brasil continúa debilitando su moneda, entonces en el plano local habría una presión adicional para corregir su atraso cambiario.
Salarios, pivoteando entre dos polos
La tercera "pata" del "plan 20-20-20" es la de los salarios, que tendrán un fuerte tinte político.
Es lícito dudar sobre si el Gobierno podrá cumplir con esta pauta que se plantea.
Al fin y al cabo hace un año Cristina Kirchner -con el poder político en su punto más alto y tras el contundente 54% de las urnas- apenas pudo bajar cuatro puntos el promedio, del 28% a 24%, si bien la premisa inicial era de entre un 20% y 22%.
En 2013 las presiones se multiplicarán, dado que será un año electoral.
"La ruptura de la representación de los gremios va a provocar demandas de las distintas facciones por competencia entre ellos", advirtió Kritz, en referencia a la división entre la CGT opositora de Hugo Moyano y la CGT cercana al Gobierno de Antonio Caló.
De momento, el mismo Moyano parece darle la razón a esta previsión cuando, hace pocos días, calificó al giro económico kirchnerista como "una postura de políticas neoliberales" y anunció una nueva marcha de protesta. Esto ya anticipa el clima conflictivo que vendrá.
De todas formas, habrá que distinguir entre salario privado y público, un tema clave para la caja oficial. Es que -tal como diera cuenta iProfesional.com- el Estado se convirtió en "la gran agencia de empleo" del país. Se estima que la nómina estatal ya alcanza a unas tres millones de personas. 
Para Bein, es claro que los sueldos del sector público (lo cual constituye una parte no menor del gasto estatal) estarán alineados con la evolución del dólar.
Es resumen, el escenario que los economistas ven como más probable no es un "20-20-20" como el que pretende el Gobierno, sino otro:
Devaluación de 20%.
Inflación en torno del 25%.
Situación dual en el plano salarial.
Lo cierto es que el plan ya está en marcha, aunque las palabras "inflación", "devaluación" y "ajuste" estén prohibidas en el "relato" oficial.
Otro signo de que los tiempos cambian: esta vez, no habrá nadie que reivindique el honor de ser conocido como "el pibe 20".


Actualizado : jueves 20 de diciembre de 2012

Fuente:  iProfesional.com

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