miércoles, 1 de mayo de 2013

"Motores apagados" y el drama de un modelo que ya se quedó sin locomotoras para empujar la economía.



Allá por el siglo XIX, el escritor francés Victor Hugo decía: "No son las locomotoras sino las ideas las que llevan y arrastran al mundo".
Y es algo que el kirchnerismo siempre obvió y que ahora está pagando. Permanentemente se jactó de contar con algunas "locomotoras" económicas que ayudaban al modelo a mantenerse de pie sin siquiera tambalear.
Algunos criticaban, otros aplaudían. Pero lo que no se puede negar es que, mientras cada una cumplió "horario", el país avanzaba. Y lo positivo era que estas locomotoras iban reemplazándose entre ellas, cuando alguna se "tomaba franco".
1. Soja 
Entre 2003 y 2007, la Argentina pasó por un período en el que creció a tasas chinas gracias a los buenos precios de la cosecha, uno de los motores principales (por no decir el primordial) del modelo, y gran proveedor de divisas estadounidenses.
El yuyito representa el 30% de los ingresos del país por exportaciones. En los últimos años se benefició por las altas cotizaciones producto de la sequía, la depreciación del dólar a nivel global y la abultada demanda.
Pero ahora sufre por el cambio de rumbo del contexto internacional -que ya no empuja tan hacia arriba el precio- lo que empaña la cosecha récord lograda por Argentina.
2. Brasil
El ingreso de billetes verdes provenientes del país vecino se canaliza, principalmente, a través de la rama automotriz. También contribuyen otros rubros, como alimentos, minería, siderurgia y plástico.
Puesto en cifras, se le factura el 21% de las exportaciones y es el destinatario del 87% de los 0Km que se envían al exterior. 
Brasil -junto a la soja- ha sido sin lugar a dudas uno de los dos grandes protagonistas del crecimiento del modelo K. Es por eso que al Gobierno y a los empresarios tanto les preocupa cómo le irá al país vecino. Pero aquí tampoco las noticias son muy buenas.
La nación comandada por Dilma Rousseff muestra signos de desaceleración económica y algunos brotes de inflación (que ahí sí la "toman en serio" y, ante el menor síntoma, buscan enfriar el ritmo de compras).
3. Consumo interno
Si hay una variable que siempre dijo presente en el modelo, esa fue el consumo, gran motor interno de la economía K.
Tan fuerte ha sido su presencia que su participación ha sido de casi el 70% en términos de PBI.
Según un informe de IERAL, en 2012, en un contexto donde el nivel de actividad escaló apenas 1,9%, el consumo se expandió un 4,4% interanual, contribuyendo con 2 puntos porcentuales al crecimiento total.
Sin el brillo de antaño de la soja, sin un Brasil en su esplendor, la esperanza sería entonces que el ritmo de compras interno sea quien tome la responsabilidad de empujar al modelo.
Pero aquí tampoco las noticias son para el festejo. Los analistas sostienen que llegaron a su fin los días en los que la economía podía moverse al ritmo de los récords, por ejemplo, en la compra de autos y electrodomésticos.
4. Construcción
Aquí entra a jugar la idiosincrasia local. El argentino siempre vio al ladrillo como refugio de su capital. Sumado a esto, este sector tuvo detrás un motor funcionando a pleno -como era el campo- que volcaba sus excedentes de pesos al rubro inmobiliario.
Para reflejar la importancia de esta actividad en el crecimiento del país, basta recordar un dato de la CEPAL: en 2011 fue unos de los motores no sólo de la actividad económica local sino de la región, con una escalada de 9% interanual.
Una vez más -y al igual que con la soja, Brasil y el consumo- las noticias tampoco son buenas.
El cepo cambiario desplomó a este sector y lo llevó a los peores registros de toda la década, ocasionándole una caída colosal al rubro de la construcción y al segmento de la compraventa de viviendas.
Un dato ilustrativo: en la Ciudad de Buenos Aires las nuevas obras y ampliaciones cayeron 85% en el primer bimestre.
5. Inversión externa
Si bien aparece muy por detrás de las demás locomotoras, la inversión externa siempre aportó algunos puntos porcentuales.
Según un informe de la CEPAL, Argentina había sido en 2010 el segundo destino para los capitales chinos, por detrás de Brasil. En particular, en el rubro petrolero.
Antes que eso, los propios brasileños venían arrasando en el país, habiendo desembolsado alrededor de u$s12.000 millones en más de una década y quedándose con "pesos pesados", de la talla de Perez Companc, Loma Negra, Quickfood o Quilmes, por citar algunos ejemplos.
Ahora, la inversión externa no sólo dejó de venir, sino que muchas compañías emprendieron su retirada. Prueba de ello se encuentra en la salida paulatina de Petrobras del sector energético o en lo sucedido con la brasileña Vale en Mendoza.
En lo que hace a desembolsos por parte de otros países se observa una situación similar. En particular, tras lo ocurrido con la nacionalización de YPF, que fuera quitada de las manos de la española Repsol.
Las restricciones cambiarias afectaron sobremanera la llegada de capitales. "¿Cómo convencer a una empresa de afuera a que invierta dólares en Argentina si después no los puede sacar?", comentaba a iProfesional un empresario industrial.
Las estadísticas le dan la razón. El cepo cambiario y las restricciones para redistribuir dividendos hicieron que caiga drásticamente el flujo de divisas que llegaban al país.
Según un informe de la consultora AMF, en 2012 la inversión externa se desplomó nada menos que un 75% respecto al 2011.
El año pasado la Argentina sólo recibió el 1,4% de las inversiones que entraron a Latinoamérica y el Caribe.
6. Apagón en cadena
El kirchnerismo se encuentra hoy frente a su peor pesadilla: todas sus locomotoras dejaron de funcionar al mismo tiempo, afectadas principalmente por la vocación intervencionista en el manejo de la economía.
Es así que, aun con una buena cosecha -que dejará un ingreso de u$s24.000 millones- los analistas sostienen que "ya no hay soja que valga" para impulsar una economía estancada.
Y esto es así por dos motivos. Primero, por las propias perspectivas de la oleaginosa en el mercado internacional. "Unos meses atrás valía cerca de u$s550 y, lejos de subir, hoy cuesta menos de u$s530 la tonelada", esgrime el consultor rosarino Salvador Di Stefano.
"La soja va a pasar a ser un apenas ‘motorcito'. Principalmente por la caída abrupta del precio a nivel internacional y por la mejor cosecha esperada en Brasil y Estados Unidos", destaca a iProfesional Jorge Todesca, ex viceministro de Economía.
Pero, además, porque el deterioro fiscal hace que el yuyito, como proveedor de "caja", ya no resulte suficiente.
La situación con la soja es tal que se ha llegado a la paradoja de que al Gobierno no le alcanza con lo que recibe vía impuestos y al productor ahora tampoco le resulta un gran negocio (ver nota: La cruda realidad de los sojeros: venden "un dólar", les dan 39 centavos y deben pagar casi 80% de impuestos)
En cuanto a la otra gran locomotora, las ventas a Brasil, también los economistas vienen ajustando sus pronósticos de crecimiento a la baja.
"Veo al Gobierno de Dilma más preocupado por la inflación que por la reactivación de la economía. Por el momento, no contaría con esta locomotora para darle gran impulso a la economía argentina", señala Diego Martínez Burzaco, economista jefe de Inversor Global.
El sector automotriz -nave insignia de las ventas a ese destino- tampoco encuentra un panorama favorable.
Prueba de ello lo da el hecho de cómo, por la suba de costos internos, la Argentina ha ido perdiendo participación en el total de ventas. Año a año, y en forma progresiva (ver infografía).


7. El fin de la euforia
Por el lado del consumo, los economistas apuntan que ya no hay resto para seguir utilizándolo como combustible, argumentando que ya ha tocado su máximo respecto a su capacidad activadora.
"El estancamiento se ilustra en las compras en supermercados. En febrero, el crecimiento dio por debajo de la inflación. Crecen en valores nominales, pero no en términos reales", explica Todesca.
Las propias cifras del INDEC le dan la razón: reflejan que las ventas en súper tuvieron una suba nominal del 21% que, ajustada por la inflación de 24% -según consultoras privadas-, da una caída en términos reales.
Hay dos motivos de fondo para pensar que no habrá grandes cambios en este sentido. Uno de ellos es la caída del poder adquisitivo, dado que a partir del año pasado los salarios están evolucionando por debajo de la inflación. El otro tiene que ver con las paritarias, actualmente en negociación, ya que los acuerdos se vienen demorando.
"La gente no se decide a hacer grandes compras hasta tanto no tener certeza de cómo serán los acuerdos salariales para lo que resta del año", argumenta el consultor Di Stefano.
El resultado es que, aun con congelamiento de precios, el consumo no arranca.
La construcción tampoco dice presente a la hora de encontrar un voluntario que apuntale el crecimiento. "El buen dinamismo que alguna vez mostró ha sido minado por el cepo cambiario", remarcan desde la consultora de Orlando Ferreres.
Y también el desinfle de la soja influye en el rubro inmobiliario, dado que la pérdida de competitividad y la recaída en los precios de la cosecha aleja a los sojeros de una de sus inversiones de cabecera.
Por último, aparece el caso de la inversión extranjera directa (IED). En relación al PBI, según los economistas, "está muy lejos de alcanzar un nivel que permita crecer".
8. ¿Cómo sigue?
En este contexto, la pregunta es si hay aún alguna locomotora que pueda empujar al modelo o si la Argentina está destinada a caer en un escenario de estancamiento.
Incluso, un sector que eventualmente tenía potencial era el de la minería, aunque algunos factores recientes pusieron en duda su capacidad.
"Están cayendo los precios internacionales y, además, tiene regulaciones para sacar divisas, así que no hay mucho incentivo", explica el economista Enrique Szewach.
Esta situación se evidencia en el hecho de que la suspensión del proyecto de Vale no es un caso aislado. Prueba de ello la da el cese del ambicioso emprendimiento Pascua Lama de Barrick por la Justicia chilena, que también puso paños fríos a la expectativa.
Ante la falta de locomotoras en el ámbito privado queda, finalmente, un gran clásico argentino: el uso de la inversión pública como herramienta que cumpla con el doble propósito de reactivar la economía y mejorar la imagen del Gobierno en un año electoral.
Sin embargo, también esta opción aparece cuestionada en épocas de cajas que ya no lucen rebosantes.
"Estamos en un escenario de estancamiento y nos encontramos librados a la suerte de la cosecha", sostiene Szewach.
En otras palabras, el analista estima que lo que sucede hoy en día no se parece al clásico proceso de "stop and go" sino a un paulatino enlentecimiento. Como un tren que avanza por inercia, pero ya sin locomotora.


iProfesional.com (1/5/13)

   

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