domingo, 15 de diciembre de 2013

Un mundo sin policías.

Por Juan Salinas Bohil 
Fue una semana movida la que pasó en Argentina. 17 provincias tuvieron huelgas policiales por aumento de sueldos. Fueron muchas.
Y en algunas de ellas como Córdoba y Tucumán, debido a la ausencia de uniformados, se produjeron importantes saqueos. Y aunque la prensa habló de acuartelamiento, motín y hasta sedición, como si los policías fueran miembros de las Fuerzas Armadas, siendo civiles debió hablarse de huelgas, quite de colaboración, trabajo a reglamento o las mil y una maneras que tienen los trabajadores de demostrar su disconformidad para con la patronal. Pero de ninguna manera se va a decir aquí que esa no es la manera o hay otras formas de protestar, porque aquellos que se cansaron de decirlo nunca antes se preocuparon del estado de completa sumisión en que ¿se encontraba? la fuerza policial antes del conflicto con el empleador gubernamental.
Todas las trompetas a sueldo del kirchnerismo que ignoraban o se mofaban a mandibúla batiente de quienes señalaban a la inseguridad como una de las principales preocupaciones ciudadanas otorgándole el descalificador concepto de “sensación”, debieron ocuparse rápidamente de la cuestión. El miedo no es zonzo.
Si el problema principal fue el magro sueldo que cobran, salió a la luz pública las condiciones de trabajo en las que llevan a a cabo su labor. Son, en realidad, menos que parientes pobres de los demás gremios. Una especie de costra malooliente que el progresismo y el lumpen necesitan para insultar, salivar y apedrear. La docena de policía federales a merced de la turba barrabrava de Boca Juniors en pleno centro de la Capital Federal por horas y horas son fiel reflejo de lo dicho. Fueron puestos ahí por la oficialidad como blancos humanos para ser heridos o muertos. Se desconoce si quienes acertaron en sus humanidades fueron premiados con ositos de peluche de Taiwán.


Semejantes afirmaciones debieron ser acompañadas de manera inmediata con la presentación de las correspondientes pruebas ante los estrados judiciales. Es de lamentar que hasta el momento no se posea infomación cerca de si ese trámite fue cumplido.
Las policías de este arrabal tercermundista con ínfulas, por derecha e izquierda, de árbol genealógico europeo, circulan en la misma dirección que el delito. Algunos, equivocados, lo hacen en el mismo sentido. Como muchos integrantes de la nomenclatura que son quienes se oponen férreamente a la agremiación policial. Como al voto optativo o al juicio por jurados. ¿Todos presos?
Es hora de que a los Presidentes y su corte de “inutilidades conducentes” se les aplique la “responsabilidad mediata” del mismo modo que se hizo con los jefes del llamado Proceso Militar. Cristina Fernández de Kirchner lleva sobre sus espaldas toda la carga de no haber enviado a tiempo tropas federales a Córdoba para evitar los desmanes. No la exime su afección de responsabilidad ante el incendio provincial que creó aunque la legión de portavoces a sueldo le endilguen culpas al gobernador del distrito. Pudo, también, como Nerón, incendiar el país. Sobre las brasas, el lumpen que le es adicto, con los restos de los saqueos hubiese hecho una gran choriceada regada con vino de cartón.
La domesticación de la policía por parte de la izquierda ha sido airosa sólo con la Federal. Las provinciales resisten y están demostrando que no va a ser tan fácil engrillarlas. En especial la Bonaerense. Pero todas ellas son producto de la sociedad en la cual se encuentran: con sus virtudes y muchos defectos. Igual.
Los saqueos demostraron que falló también el plan de desarmar a la población que consideró -y considera- que no es bueno estar cautiva tras las rejas de su casa y desarmada mientras los delincuentes se pavonean inpunes y armados por las calles. Para peor, muchos empleados cerraron filas con sus empleadores y hasta colocaban carteles anunciando “En defensa de nuestras fuentes de trabajo”. Los troskistas, abatidos.
200 mil policías armados más una población ídem resulta procupante para el kirchnerismo porque reemplaza de manera artesanal a las Fuerzas Armadas. La Casa Rosada debería poner sus barbas en remojo. Quizás el enriquecido general Milani, futuro jefe de su arma, adelantó uno de los próximos pasos a seguir por el gobierno cuando en un reportaje le dijo a la terrorista Bonafini: “Hebe, con ayuda de ustedes, el Ejército está dispuesto a ir por todos los cambios y yo quiero ser el más transgresor”. Quiere ir primero a las villas para luego...
Sobre Fin de Año los problemas parecen haber terminado. No es así. No hay dinero suficiente para pagar. Sólo son promesas. Tampoco decrecerá el accionar de los rateros. Ni el de los narcotraficantes. Ni el de los políticos con su pátina legal. No. Por por más que se llene el país de cámaras de seguridad. Y la inflación, en estos preciso momentos, ya se está llevando el “aumento” otorgado.
Las sociedades tienen los gobiernos que se merecen. Y la policía que suelen pagar.


13/12/13

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