sábado, 4 de octubre de 2014

«Hay un pesimismo antropológico en las propuestas de la comunión a los divorciados vueltos a casar»

por Juan Francisco Pacheco Carrasco 
María Lacalle Noriega es una de las 12 mujeres expertas en pastoral familiar que participarán en la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos que comenzará este domingo 5 de octubre bajo el lema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización». Formará parte del grupo de los 38 auditores presentes.
Es profesora de Filosofía del Derecho y Directora del Centro de Estudios de la Familia de la universidad Francisco de Vitoria de Madrid, además de secretaria General de la Sociedad Española de bioética y biojurídica.
Dirige la Fundación Carmen de Noriega creada por laicos al servicio de la comunicación en la Iglesia.
- ¿Cómo le llegó la noticia para participar en el Sínodo Extraordinario y cómo recibió esta encomienda?
- La noticia me llega a finales de julio en un sobre enviado a la universidad Francisco de Vitoria con remite de la Nunciatura. Me quedé muy sorprendida y muy emocionada porque no me lo esperaba. No sé con qué criterio habrán seleccionado a las personas porque estoy segura que hay más gente con más preparación para estar allí. Pero me ha tocado y estoy tratando de hacerlo lo mejor posible. Yo he colaborado mucho con la Conferencia Episcopal Española y con el centro de estudios de la familia de la universidad, pero no me podía esperar esto. Lo que más me emociona es pensar que mi nombre ha llegado hasta el despacho del Papa.
- ¿Cuál será su cometido y su misión durante esta Asamblea Extraordinaria de Obispos?
- Voy de oyente y tendré cuatro minutos para dirigirme al pleno. El Sínodo funcionará en sesiones plenarias y en lo que llaman círculos menores que son como talleres de trabajo. Ya me dirán en qué momento he de hablar; esos cuatro minutos los he de preparar muy bien porque bien preparados dan para mucho. Y en los círculos menores podré hablar si el obispo que preside me da la palabra. Supongo que esto último será una cosa más ágil y más dinámica. Nos han preguntado en qué idioma podemos trabajar y he hecho saber que lo podré hacer en inglés o español.
- ¿Cuál cree que es el objetivo principal del Papa con este Sínodo?
- Este Sínodo es extraordinario porque va a terminar con un documento que, a su vez, servirá de documento de trabajo para el Sínodo del año que viene. Pienso que el Papa está pensando en los problemas de la familia. Ya lo decía Juan Pablo II cuando afirmaba que la familia es el futuro de la humanidad. Y la familia está en una crisis clara, también la familia católica; sin olvidar que familia y fe van unidas. Y por tanto la crisis de fe implica una crisis de debilitamiento de la familia.
- ¿Cómo habría que tratar el concepto de familia en la actualidad?
- Me llama la atención que aunque la familia está en crisis, en todas las encuestas sigue siendo la institución más valorada. Hay que hablar de la familia natural. Es algo que se entiende porque el hombre es un ser familiar. El amor incondicional es el que nos permite desarrollarnos desde la seguridad y la autoestima que se deriva de esa seguridad. La familia natural es lo que es. Y luego hay ciertos tipos de convivencia familiar que se acercan en mayor o menor medida a ese ideal de familia pero no lo son. No hay que renunciar al ideal.
- ¿Cómo analiza el documento de trabajo preparado para esta Asamblea Extraordinaria?
- Leyendo este documento me he quedado muy preocupada porque los medios han resaltado sólo un asunto que es el tema de la comunión a los divorciados y vueltos a casar. Yo no creo que ese sea el asunto; no cabe duda que es un tema difícil y pastoralmente hay que acompañar a estas personas. Pero no creo que sea el principal tema del Sínodo. Me ha llamado la atención que los problemas de la familia católica son los mismos que los de la familia en general. Y esto nos tiene que hacer pensar cómo no tenemos nada que nos diferencie porque tenemos una fe que ilumina la realidad del amor. Y tenemos la gracia; y, sin embargo, estamos igual de mal que la familia en general. Y hay algunos problemas que son universales y otros que son más locales. Por ejemplo en algunos lugares el problema principal es la poligamia y en otros es un machismo y una falta de igualdad total.
- ¿Cuál de los puntos tratados en el instrumentum laboris del Sínodo le preocupa más?
- El que más me preocupa es la relación entre fe y familia. Además, en uno de los puntos se dice que aunque hay un porcentaje elevado de católicos que rechazan el magisterio sobre el amor conyugal y la sexualidad; sin embargo, cuando se presenta adecuadamente se acepta. Y se acepta con más facilidad cuando hay una verdadera vida de fe. Yo aquí veo dos problemas. Uno es la falta de fe; hay muchos católicos nominales que realmente no lo son. Y otro es que tenemos un problema de comunicación. El mensaje cristiano sobre el amor humano es lo más bello que hay en el mundo. ¡Y qué mal se cuenta a veces! Y cuando se cuenta bien, como dice el instrumentum laboris, es más fácil que se acepte.
- ¿Cuál es su parecer respecto al tema de la comunión a los divorciados y vueltos a casar?
- Es un tema mediático. Ha habido una serie de obispos, sobre todo, en Alemania, Suiza y Austria que han planteado este tema. Y los medios de comunicación lo han recogido y lo han magnificado. También ha habido muchísimas respuestas y muy bien razonadas. Creo que a estas personas hay que ayudarlas. No hay que dejarlas de lado. Pero lo que no podemos hacer es destruir la indisolubilidad matrimonial porque además de ser doctrina revelada es ley natural. Y la ley natural es uno de los conceptos que hoy no se entienden. Por eso hay que hacer un esfuerzo por explicarlo bien. A estas personas hay que acompañarlas pero sin negar la irregularidad de su situación.
- ¿Qué opina de las propuestas a este tema? 
- Estoy segura que todas las propuestas vienen de la mejor de las voluntades y del deseo de construir una Iglesia mejor pero me da la sensación que, a veces, detrás de estas propuestas hay un cierto pesimismo antropológico; como si hoy día ya no fuera posible vivir un amor para siempre. Y entonces habría que poner parches y facilitar el camino. Sin embargo creo que no sólo es posible y además tenemos la ayuda de Dios; como decía Juan Pablo II, la fuerza divina es más grande que cualquier dificultad. Yo creo que el camino de rebajar la exigencia no me parece el adecuado teológicamente pero tampoco humanamente.
- ¿Cree que todas las opiniones presentadas en el cuestionario previo enviado a las conferencias episcopales deberían ser escuchadas?
- Hay cosas que llaman mucho la atención como el porcentaje alto de católicos de algunos países que aceptan cualquier tipo de convivencia como familia. A pesar de ello, creo que hay que escuchar todo y hay que dar razones y respuestas. Esta es la ventaja de la fe cristiana: que es razonable. La familia es una institución natural. Por eso en este ámbito de la familia y del matrimonio podemos explicar desde la razón natural cuál es nuestro evangelio de la familia.
- ¿Qué espera de esta Asamblea Extraordinaria?
- Pienso que es bueno poner sobre la mesa la realidad. Y la realidad es que la familia, en muchos casos, está alejada de lo que el Magisterio enseña sobre lo que debería ser. Es bueno decir: ¿qué estamos haciendo mal? O ¿qué podemos hacer por mejorar esta situación y por ayudar a las familias? Estoy convencida que vivir el amor conyugal y familiar como nos enseña la Iglesia es la mejor manera de vivirlo. No es por abducir a la gente en el cumplimiento de normas sino por ayudar a la gente a vivir su vida familiar en plenitud.
- ¿Qué pediría a este Sínodo extraordinario?
- Mi esperanza es que las conclusiones se concreten en un documento claro con el que pueda trabajar el Sínodo Ordinario de 2015. Lo que más miedo me daría es un documento ambiguo o etéreo. Porque si no sería una pena. Confío en que haya claridad y que haya una renovación de lo que es el evangelio de la familia y una mejor comunicación de este evangelio de la familia.


Actualizado 4 octubre 2014

Zenit/Rel.

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