sábado, 31 de enero de 2015

Acerca del homicidio y de la blasfemia.


Declaración del Instituto de Filosofía Práctica.  
“Respeto por el hombre… Si el respeto al hombre está fundamentado en el corazón de los hombres, éstos acabarán por entronizar el sistema social, político o económico que consagrará este respeto” (Antoine de Saint-Exupéry).
“La verdadera cuestión planteada por esta historia no es la de la libertad de expresión sino la del respeto”.
Una estudiante de Georgia, Universidad París I Pantheón-Sorbonne.
I.-El mundo periodístico y el político -sobre todo europeo- se encuentran inquietos hace días por dos masacres cometidas en Francia con la invocación del nombre de Alá.
Como las usinas de la confusión todo lo embarullan urge manifestarse para formular algunas aclaraciones (no nos ocuparemos de los casos de legítima defensa, de guerra y de pena de muerte dictada por autoridad competente después de un juicio público, porque no es pertinente hacerlo aquí); estos son todos homicidios, alcanzados por el mandato bíblico: “No matarás” (Éxodo, 23, 7).
El terrorismo siempre es injusto; no discrimina entre culpables e inocentes y cuántos más inocentes mata o hiere o mutila, para su repercusión, su publicidad, y siembra de miedo y terror, es mejor.
II.-En Francia murieron catorce personas (dibujantes, periodistas, policías, clientes de un supermercado). Todos murieron asesinados sin discriminación alguna, al grito de ¡Allah akbar! ¡Alá es grande!; fueron asesinados en nombre de un dios.
En septiembre del año pasado, Abud Muhamad al Adriani, portavoz del Estado Islámico señala el objetivo: conquistar Roma, exterminar a los infieles, pero también alude a los medios: “Colocad el explosivo en sus calles. Atacad sus bases, haced irrupción en sus casas. Cortadles la cabeza. ¡Qué no se sientan seguros en ninguna parte! Si no podéis encontrar el explosivo o las municiones aislad a los Americanos infieles, a los Franceses infieles o a cualquier aliado de ellos; rompedles el cráneo con golpes de piedra, matadlos con un cuchillo, atropelladlos con vuestro auto, arrojadlos al vacío, sofocadlos o envenenadlos”(Roberto de Mattei, Corrispondenza Romana, 14/1/2015). Ya tenemos un caso de atropellamiento colectivo con varios heridos, uno de los cuales murió.
III.-Los dibujantes satíricos asesinados fueron acusados de “blasfemia” contra Alá y su Profeta. En este caso podríamos hablar de una falta de respeto, de consideración, a las convicciones subjetivas de los musulmanes. Y toda falta pública dirigida a ofender al prójimo no es justa. Incluso cuando afecta a creencias erróneas. No se respeta al error, sino a la persona que está equivocada, lo cual no significa que esa persona pueda poner en acto sus convicciones erróneas y matar, violar, raptar, secuestrar, esclavizar, incendiar o someter un régimen vejatorio a los demás.
Pero los dibujantes han cometido blasfemias cuando en reiteradas oportunidades se ocuparon del Dios verdadero, del Dios trinitario, del Dios cristiano. Sus dibujos son blasfemos y como lo expone el Catecismo de la Iglesia Católica: “la blasfemia se opone directamente al segundo mandamiento. Consiste en proferir contra Dios… palabras de odio, de reproche, de desafío; en injuriar a Dios, faltarle el respeto en las expresiones, en abusar del nombre de Dios… La profesión de la blasfemia se extiende a las palabras contra la Iglesia de Cristo, los santos y las cosas sagradas. Es también blasfemo recurrir al nombre de Dios para justificar prácticas criminales, reducir pueblos a servidumbre, torturar o dar muerte” (2148).
Magnífico este artículo porque abarca a muchos incluidos en el asunto: las más importantes de las víctimas y los victimarios. A los dibujantes, que muestran hasta donde llega su desprecio de Dios y de las cosas santas, y a los victimarios que dieron muerte a sus víctimas al grito de: Alá (su dios) es grande.
IV.-Veamos ahora que dice el nuevo Código de Derecho Canónico, acerca del tema: el artículo 1369 dispone: “Quien… en un escrito divulgado, o de cualquier otro modo por los medios de comunicación social profiere una blasfemia… debe ser castigado con una pena justa”.
Zineb el Rhazoui, redactora árabe de “Charlie Hebdo” declaró respecto a la publicación: “Hoy tenemos la certeza, más que antes, de que lo que hacemos es justo” (La Nación, 15/1/2015). La ministra de justicia, Christiane Taubira, afirmó que “en Francia, el país de Voltaire y de la irreverencia tenemos el derecho de burlarnos de todas las religiones”(Clarín, 15/1/2015). Y Rosa Douthat en el New York Times afirma: “liberalismo y libertad reclaman que el derecho a ofender sea bienvenido y defendido” (Diritto di ofendere, Corriere della Sera, 9/1/2015).
Y aquí las tres entran de lleno en el campo del derecho en dos de sus acepciones principales: “lo justo” y el “derecho subjetivo o como poder jurídico”.
La ley natural moral, común a todos los hombres en su primer mandato ordena: “Se debe hacer el bien y evitar el mal”; en el ámbito jurídico nos manda hacer lo justo y evitar lo injusto. Ahora bien, ¿es justo objetivo el quehacer de una revista dedicada a burlarse de Dios y del prójimo? Si no es justo, no existe el derecho a la burla, a la irreverencia, a la blasfemia… Lo justo es el respeto al otro, a todo hombre y a fortiori, al Otro, con mayúscula, a Dios.
Y ¿quién debe castigar a los blasfemos “con una pena justa”? Otro gran responsable de la tragedia, especialista como algunos de sus colegas argentinos, en mirar para otro lado: el arzobispo de París, cardenal Andrè Armand Vingt-Trois.
Que no nos vengan a decir que algunos de los periodistas eran masones, incrédulos, libertarios, anarquistas… Tal vez había algún bautizado. Pero una fuerte admonición, una clara advertencia, acerca del pésimo camino que habían encarado tal vez hubiera hecho reflexionar a cualquiera de ellos, que se hubiera apartado del proyecto y seguiría vivo.
V.-En nuestros días, las legislaciones civiles en Europa en general no consideran un delito a la blasfemia; sin embargo, en Francia existe una excepción: Alsacia y Mosella, que conservan el Código Penal Alemán anterior a la anexión a Francia en 1918, que tipifica como delito castigado con una pena de hasta tres años a quien “cause escándalo blasfemando públicamente contra Dios con intención de ultrajarlo”. Hace poco, ha sido solicitada la derogación de la norma ante el “Observatorio de la Laicidad”, nada menos que por el arzobispo de Estrasburgo monseñor Jean Pierre Gallet, por considerarla “obsoleta”, excesiva, atentatoria contra la libertad de expresión, (Corrispondenza romana, 14/1/2015). ¿Será arzobispo de la Iglesia Católica o de la Iglesia de la Laicidad?
Al arzobispo se adhirió Abdellaq Nabouil, vicepresidente del Consejo regional del culto musulmán de Alsacia, manifestando que “aquello que interesa es la libertad de expresión”. En los hechos, por la masacre, se ha visto que no piensan lo mismo algunos de sus correligionarios.
Ese arzobispo debe pertenecer a una categoría de cristianos denunciada por el rabino de Ancona, José Laras, quien recuerda la historia de las persecuciones musulmanas desde “el genocidio armenio a los coptos de Egipto, a los cristianos etíopes y nigerianos, hasta Mosul. En muchos países europeos una ‘clase’ de intelectuales y muchos cristianos de Occidente tienen las manos salpicadas de sangre de los cristianos de Oriente, ya que han estado dispuestos a sacrificarse en los altares del pacifismo, de la oportunidad política, de un malentendido concepto de tolerancia, de la cultura bienpensante…”, (Corriere della Sera, 13/1/2015).
VI.-Si es verdad que en los últimos atentados los victimarios son todos musulmanes no es verdad afirmar que todos los musulmanes son asesinos; también hay asesinos entre los judíos, basta ver la represión en Palestina y entre los cristianos que practican el aborto y la eutanasia, mientras se burlan de los mandatos divinos y rinden culto a la laicidad y al relativismo moral. Incluso muchas veces musulmanes son los victimarios y las víctimas. En Yemen 15 alumnos fueron masacrados por una bomba contra un ómnibus escolar que el asesino escondía entre una bolsa de papas; en Pakistán fueron al menos 132 los inocentes asesinados en un colegio regenteado por militares; eran pequeños sunitas víctimas de talibanes sunitas (Corriere della Sera 17/12/2014).
Los hipócritas idólatras de la laicidad invocan a la Revolución Francesa y a su trilogía “Libertad, igualdad y fraternidad”, olvidando que ella fue la inventora del “Terror” y del primer genocidio de la historia, el de la Vendée, y que su continuadora, la Revolución Soviética y el comunismo subsiguiente masificaron el terror a escala planetaria, provocando en menos de setenta años 200 millones de muertos. Y como se pregunta Roberto de Mattei “¿Qué es el terrorismo islámico sino una contaminación de la ‘filosofía del Corán’ con la praxis marx-iluminista importada de Occidente” (“Cristo crocifisso, scandalo per i musulmani e stoltezza per i laicisti”, (Corrispondenza romana, 14/1/2015).
VII.-Para ir concluyendo veamos un poco el tema de la “libertad de expresión”. El presidente Hollande afirma claramente: “Francia tiene principios y valores, en particular la libertad de expresión” (La Nación, 17/1/2015).
Cualquier libertad no es un principio: es un medio. Y los medios se evalúan por los fines que persiguen: el fin del hombre es el bien. Esto no lo determina el hombre sino Dios; pero el hombre hoy repite el pecado de Adán, no obedeceré y el de Lucifer: “No serviré” y como escribe León XIII, entiende “por libertad lo que es pura y absoluta licencia”; y no debe ser así, porque “la libertad debe ser dirigida y gobernada por la recta razón y quedar sometida a la ley eterna”, porque “las opiniones falsas son la máxima dolencia mortal del organismo humano” (Libertas, 11, 13, 18).
Y en total concordancia, más próximo a nosotros, un texto de Juan XXIII: “el derecho a la verdad es anterior y superior a todo otro derecho. La libertad de prensa debe encuadrarse dentro del respeto a las leyes divinas. Y así como no es lícito al ciudadano libre inferir ofensa violenta y daño a la libertad, a los bienes, a la vida del prójimo, así no puede ser lícito a la prensa -bajo el pretexto que debe ser libre- atentar diaria y sistemáticamente contra la salud religiosa y moral de la humanidad” (Siamo particularmente, 11).
Finalmente, se ha dicho con total ligereza que “toda religión tiene dignidad” (Papa Francisco, Corriere della Sera, 16/1/2015). Es falso. Además, ¿Qué es una religión? ¿En qué sentido se habla de dignidad, ontológico o moral? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que temas tan importantes no pueden tratarse en un reportaje aéreo y que el error no tiene dignidad. No todas las religiones son buenas. ¿Qué dignidad existe en los cultos satánicos, en el espiritismo, en la New Age, en la religión de la humanidad, en el deísmo masónico, en el culto a la diosa razón, a la laicidad, a la democracia, al Estado, en la superstición, en las idolatrías, en las religiones antinaturales… ¿Qué trascendencia en los religiones ateas? Ninguna. Lo diga quien lo diga.


Buenos Aires, enero 25 de 2015



Enrique Roulet - Secretario    Bernardino Montejano - Presidente

Fuente: Ética Social (Formación para la Acción)
Responsable: Centro de Estudios Cívicos

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