viernes, 19 de junio de 2015

La sucesión política.


por Alberto Buela 
El tema de la sucesión política ha sido desde siempre el desvelo de los que están obligados a dejarlo. Son contados los casos en la historia política del mundo de aquellos que han dejado el poder motu proprio.
En este año 2015 Cristina Fernández de Kirchner tiene que dejarlo y , considerando como una posibilidad que gane su candidato, lo deja en manos de un liberal como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, pero con un vicepresidente como reaseguro, el maoísta Carlos Zannini, quien asegura la continuidad del proyecto político del kirchnerismo, esto es, un progresismo socialdemócrata.
La historia como magíster vitae, como maestra de la vida según afirmara Cicerón, nos enseña que casi todas las sucesiones políticas fueron traidoras a sus mandantes. Los ejemplos más recientes en Argentina son la traición de Alvear a Yrigoyen, la traición de Cámpora a Perón, la traición de Kirchner a Duhalde para poner solo ejemplos de presidentes. En el orden internacional la traición de Juan Carlos a Franco.
Nadie puede asegurar la traición de su delfín, porque una vez en uso del poder, y sobre todo en un régimen presidencial como el nuestro, el que lo tiene hace lo que le indica su “real gana”. Además como lo hace notar el gran constitucionalista mendocino, Dardo Pérez Ghilou, la figura del vicepresidente es totalmente ambigua y sin peso político propio. Véase la de los dos últimos: Cleto Cobos y Amado Boudou.
Si a ellos sumamos la posición política oscilante del candidato a presidente Scioli, quien fue sucesivamente liberal, menemista, duhaldista y kirchnerista, lo más probable es que termine siendo sciolista cuando le toque gobernar el país. Pues es un hombre que mostró a lo largo de esto años no tener un proyecto político sino solo ambiciones personales.
No hay que olvidar que los hombres menores cuando llegan al poder no escuchan a nadie porque se conforman y están satisfechos con lo que ya saben. En una palabra, no aprenden nada más de ningún otro. Como afirma Descartes al comienzo de sus Meditaciones Metafísicas “el hombre vulgar está satisfecho con su sentido común y ninguno de ellos reniega de él”.
Es sabido por el relato de la caja de Pandora que al hombre le está prohibido hacer prognosis, ver el futuro, porque esta y no la esperanza como mal se traduce, fue la que quedó encerrada. Pero, lo más probable es que Cristina Fernández se maneje con total soltura los primeros tiempos y luego su figura de desvanezca lentamente. Y entonces, pensará como Heidegger cuando estaban entrando los rusos en Berlín: que el final (de Scioli) no se demore.

Informador Público (19/6/15)

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