miércoles, 3 de junio de 2015

Reutemann y su elección personal con el socialismo.

Por: Darío H. Schueri 
La campaña proselitista en la Provincia de Santa Fe en su tramo final comenzó a tomar un tono áspero y de acusaciones cruzadas entre el socialismo y el Pro que revela el nerviosismo que carcome a los candidatos en una elección gubernamental crucial para ambos sectores: el socialismo no se resigna a un fin de ciclo tan anticipado, mientras el Pro no concibe perder el 14 de junio.
Entre ellos y yo.
Carlos Reutemann tiene su propia guerra privada con el socialismo, que excede las simpatías que pudiera tener hacia Miguel del Sel, hoy constituido por obra y gracia del destino en el instrumento de su reparación personal.
Para Carlos Reutemann la venganza es un plato que se consume frío, y comenzó a saborearlo el último viernes en Reconquista cuando acusó al socialismo de ser socios del kirchnerismo, devolviéndole el golpe que él considera le propinó el socialismo en el 2009 cuando era candidato a la reelección a la banca que hoy ostenta, mientras Hermes Binner apoyaba a Rubén Giustiniani.
Por aquellos aciagos días Carlos Reutemann se quejaba agriamente del socialismo que blandía como “elemento perturbador” de sus votantes (los mismos que hoy apoyan a Del Sel) el hecho de que una vez consagrado Senador iría a brindar con champagne a Olivos junto a Néstor Kirchner. Por otro lado, Reutemann también sufría los embates del kirchnerismo tras su alineamiento con el campo un año antes. O sea que recibía fuego graneado de ambos flancos. De allí la archi famosa consigna (que prácticamente lo llevó al triunfo) “no hay 2011 sin 2009”.
Sumado al agravio de ir a brindar con Kirchner si triunfaba, a Reutemann se le hizo callo en su dolido espíritu que el socialismo por entonces lo acusara de ser el autor intelectual del asesinato del militante social rosarino Claudio “Pocho” Lepratti en el año 2001, y ya naturalmente de ser el causante – por omisión- de las muertes ocasionadas por la inundación del 2003.
Finalmente Reutemann le ganó a Giustiniani por escasos dos puntos – “me entraron las balas”, llegó a confesarnos- y esa fría noche del 28 de junio todo el país vio como se golpeaba el pecho cual orangután triunfante tras una dura batalla: le estaba dedicando la victoria a sus contrincantes socialistas y kirchneristas. Y se juramentó vengarse algún día de los dos.
Ese día llegó. Es ahora. El viernes pasado recorrió los 324 kilómetros que separan esta capital de Reconquista para golpear duramente al socialismo.
Pero antes, hace dos años, pasó a degüello al kirchnerismo apoyando a Sergio Massa en su candidatura a diputado nacional “para evitar la re-reelección de Cristina”, reveló.
El Massismo creyó que Reutemann había firmado un contrato para siempre con su escudería. Era solo por esa carrera. Ahora iría por el socialismo, y el nuevo team para ganarle sería el Pro. Esperó el momento serena y reflexivamente; hasta que llegó el día.
Mauricio Macri se embelesó con la llegada de su viejo amigo “El Lole” a sus filas, y ahí nomás corrieron las especulaciones de una Vice presidencia que Reutemann inmediatamente se encargó de aventar. Tampoco dejó muy en claro si iría por un nuevo mandato como Senador nacional. El objetivo era – es – la derrota del socialismo en Santa Fe.
En Reconquista el pasado viernes comenzó a saborear la mies madura de la revancha, y además de sembrar las sospechas de una alianza entre socialistas y kirchneristas por el envío de la Gendarmería, hundió la daga donde más le duele al gobierno: la inseguridad y el narcotráfico: “a partir del 2007 la distribución y el tráfico de  drogas en Santa Fe se va metiendo en todos los sectores, sobre todo en los de menos recursos”.
En el lejano Norte además, aprovechó a ejercitar su mejor jugada: la victimización, que tantos y tan buenos resultados le dio durante su exitosísima carrera política. Ante la amenaza del diputado y secretario general del PJ Rosarino Eduardo Toniolli de expulsarlo de las filas del Partido por “inconducta partidaria”, Reutemann lo desafió casi ninguneándolo: “está en los estatutos del Partido”; y se extrañó que no lo hubieran hecho antes, arremetiendo con la épica consigna guerrera: "no voy a esperar al pelotón de fusilamiento con los ojos vendados, lo voy a esperar de pie”.
Poco y nada le importa a los 73 años seguir perteneciendo a un Partido que hoy – pese a los denodados esfuerzos del candidato Omar Perotti- está en estado vegetativo.
Ahora espera, confiado, la noche del domingo 14 para volver a festejar como hace seis años, esta vez junto al Pro de Miguel del Sel. Emulando al novelesco Conde de Montecristo de Alejandro Dumas, la venganza estaría consumada.


– Desde Santa Fe (2/6/15)





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