lunes, 28 de marzo de 2016

La única reliquia de Santa Juana de Arco vuelve a Francia


Nada quedó de Juana de Arco salvo su signatura en una carta intimando a los ingleses a la rendición.

Después de la hoguera de Rouen, sus cenizas y su corazón palpitante e incorrupto fueron arrojados al Sena junto con todos sus despojos. Nada para honrarla y recordarla subsistió.
Pero, ¿qué ocurrió con el anillo regalado por sus padres, tal vez para la 1ª comunión, al que se hace referencia en uno de los pasos del proceso de Rouen?
– P. Cauchon: -“¿Tenéis anillos?”
– Juana: -“Vos téneis uno mío. Devolvédmelo. Y los borgoñones tienen mi otro anillo. Vos tenéis uno, mostrádmelo”.
– P. C.: -“¿Quién os ha dado el anillo que tienen los borgoñones?”
– Juana: -“Mi padre o mi madre, y creo que tiene escrito en su interior los nombres “Jhesus-Maria”. No sé quién se los hizo escribir; me parece que no tenía piedras, me fue regalado en la ciudad de Domrémy”.
– P.C.: -“¿Habéis curado a alguien con alguno de los anillos?”
– Juana: –“Jamás curé a nadie por medio de dichos anillos”.
– Jean de la Fontaine: –“¿De qué metal era uno de vuestros anillos sobre los cuales estaban escritos estos nombres: Jhésus-Maria?”
– Juana: -“No lo sé exactamente; si él era de oro o de una aleación, no era de oro puro. Creo que sobre él había tres cruces y ningún otro signo, que yo sepa, excepto: Jhésus-Maria”.
– J. F.:-“¿Por qué mirabais gustosamente este anillo, cuando ibas a alguna batalla?”
– Juana: -“Era por gusto y en honor de mi padre y madre; y yo, teniendo este anillo en mi mano derecha, he tocado a santa Catalina que se me apareció visiblemente”.
……………………………………………………………….....
Veamos cómo ha obrado la Providencia:
(La información la debemos a Jean-Louis Tremblais que la publicó como primicia en Le Figaro Magazine del 5 de marzo de 2016, p. 29).




parque histórico Puy du Fou en pleno corazón la Vendée, muy cercano a Saint-Laurent-sur-Sèvre, a Cholet y a Nantes decide comprar el anillo para lo que debe reunir en menos de dos días una suma muy alta, objetivo que logra con un centenar de donaciones privadas y no estatales, aunque informa previamente al gobierno del proyecto, con la que su hijo Nicolás, director del parque temático, cruza el Canal de la Mancha y se presenta en el remate ofertando en encarnizada puja con coleccionistas británicos, americanos y asiáticos, y logrando rescatar para Francia, debidamente autenticado, el anillo tan deseado por 376.833 €.

Vemos por el texto arriba transcripto de las Actas del proceso –según la edición del mismo realizada por R. Brasillach, Gallimard, 1941-, que Juana se lo reclamó a su inicuo juez, pero este no se lo devolvió. Pasó en 1431 por entrega o venta de Cauchon a manos del obispo de Winchester, cardenal Henri de Beaufort, supervisor de la ejecución en la hoguera, tío del rey Enrique V de Inglaterra.
Los borgoñones y los ingleses tenían especial interés en arrebatarle el anillo porque le suponían poderes mágicos para derrotarlos y ello servía de pretexto para acusarla de hechicera y condenarla.
En las Actas se habla de dos anillos. ¿De cuál se trata? ¿Del que le quitaron los borgoñones o del que le arrebató Cauchon? ¿Qué habrá ocurrido con el otro? Por ahora solo Dios lo sabe.
De acuerdo con la minuta del Proceso, se trataría del anillo que estuvo en posesión de los borgoñones, los que vendieron a Juana a los ingleses en Compiègne y precisamente la habrían entregado con el anillo tan codiciado por sus enemigos.
Como prenda de guerra el anillo pasó a Inglaterra y fue transmitido de generación en generación por el rey Enrique VII en manos de la familia Cavendish-Bentinck y sus descendientes hasta que llegó a las manos de Ottoline Morrell, aristócrata inglesa del llamado grupo de Bloomsbury, quien lo regaló a su pareja circunstancial, el pintor escocés Augustus John; este, a su vez, en 1914 lo vendió a un guardián de los escudos de armas reales, hasta que su poseedor llegó a ser el hijo, residente en Londres, de un médico francés que cruzó con de Gaulle a Inglaterra en 1940.
Ahora después de 585 años ha retornado al lugar de donde nunca debió salir, aunque Dios permitió que así ocurriera.
Ante la posibilidad de que se tratase de una falsificación la joya fue sometida a varios peritajes; el primero por los mismos británicos en diciembre de 2015 en el laboratorio Oxford X-ray Fluorescence Ltd. concluyendo que se trata de un objeto de arte en plata del s. XV. De Villiers, no obstante, lo hizo analizar por expertos franceses que ratificaron la información inicial y añadieron más precisiones.
Habiendo estudiado su forma y sus grabados, Anne-Sophie Aimé, especialista en joyería antigua, es categórica: “Por su apariencia y por los medios de fabricación utilizados, estamos en presencia de un anillo que corresponde perfectamente a  la tipología de ese clase de joyas del siglo XV”. Su colega Louis-Guillaume Piéchaud, experto en orfebrería, confirma: “No hay ninguna duda de que se trata de un trabajo que puede datarse en el siglo XV”.
Es un anillo con base de plata o aleación semejante, no de oro como el del nibelungo wagneriano o el tolkieniano de El señor de los anillos; el de Juana tiene las iniciales de NSJC y de Su Madre grabadas con tres cruces y otras incisiones, que tal vez los expertos deberán discernir.
Exámenes más detallados revelan a simple vista trazas de metal amarillo en varias partes del mismo, por lo que la misma experta Anne-Sophie Aimé sostiene que se trata de un anillo de plata repujado con laminillas de oro, trabajo denominado “vermeil”. Importan las incisiones, según Vanessa Soupault, experta en alhajas antiguas y modernas, Dra. en Historia del Arte y Arqueología, “las inscripciones sobre el anillo, IHS de un lado, MAR del otro, se corresponden con las indicadas por Juana en las Actas del proceso”.
Es preciso recordar otra coincidencia providencial: en 1429, cuando el pueblo de Francia, que no quería ser inglés, necesitaba la salvación política ansiada como una gracia divina, habiendo salido Juanita para realizar su misión  por apremio  celestial  –se encontraba ya en Poitiers-, no pudo peregrinar al santuario de Le-Puy-en-Velay, donde se conmemoraba el jubileo del Gran Perdón de Notre Dame concedido cada vez que el 25 de marzo, día de la Anunciación y Encarnación coincidía con el Viernes Santo,  una vez cada 144 años, y del cual se esperaba una respuesta política de la Ssma. Virgen.
Su madre, Isabel Romée, la suplió haciendo 125 leguas desde Donrémy, aceptando y encomendando su misión. Como no existía Lourdes por aquel entonces, Le-Puy-en-Velay, situado en una de las rutas francesas del camino a Santiago de Compostela, era el santuario más importante de Francia y el más concurrido.
¡Qué señal significativa que el anillo haya retornado en idéntica circunstancia, porque en 2016, pasando del calendario juliano al gregoriano, han coincidido ambas fiestas otra vez y se ha renovado el Jubileo!
Desde el 4 de marzo está en su tierra natal este fragmento entrañable de la historia de Francia, el 20 se ha realizado la recepción oficial del anillo de indiscutible valor simbólico y patrimonial, en el patio del castillo de Puy du Fou, y a partir de ese día, cualquier persona, francés o extranjero ya puede verlo en la iglesia del parque histórico dedicada a Sta. María Magdalena, hasta que en un lugar destacado, se le construya  especialmente con todas las medidas de seguridad factibles, una capilla relicario sólo para el anillo.
Desde su creación en 1977, el parque histórico de Puy du Fou, premiado con galardones de excelencia cuatro veces, es una obra que bajo la dirección de la flia. de Philippe de Villiers, se ha entregado entera al objetivo de contribuir a la irradiación de Francia y de su historia y consecuente con su misión ha puesto fin al exilio de esta reliquia, símbolo de un momento culminante en que la tierra se unió al cielo en la pequeña Juana, la mayor heroína de Francia, como no se ha dado en ningún otro pueblo.
La ceremonia de recepción del 20 de marzo ha sido apoteótica y ha conmovido hasta las lágrimas las fibras íntimas de cada francés allí presente e incluso las de quienes no pudieron concurrir o no son franceses. El patio del castillo estaba atestado de gente en un día de sol esplendoroso. La entrada estaba libre para el desplazamiento de una banda militar que con aires marciales abrió la fiesta, seguida por los cadetes oficiales de la Escuela Militar de Saint–Cyr, que flanquearon el paso con el sable levantado al acercarse el anillo y veteranos de la II guerra mundial. Luego con cánticos y música del siglo XV, una procesión de niños ataviados a la usanza regional con ramilletes de flores amarillas, precedieron a la portadora de la oriflama de Juana, una joven a caballo, recubierta con armadura de época, seguida de jóvenes que levantaban los estandartes de todas las provincias de Francia y otras comunidades con sus respectivas insignias y lábaros, todos al viento desplegados en una magnífica sinfonía de colores y de sones. Finalmente, en un palanquín llevado por caballeros con armadura medieval apareció bajo palio en una sencilla urna de cristal el anillo depositado bajo el balcón que hacía de palco oficial.
Los discursos de Nicolás de Villiers, de su padre Philippe, de Maître Trémolet de Villers, del historiador F. Ferrand, breves, certeros y contundentes, se cerraron con el agradecimiento conmovedor a Juana de una niña de su tierra natal y ganaron el alma de todos los allí presentes con enfervorizados aplausos y firme asentimiento.
Sirva este retorno de presagio para la recuperación de lo profetizado por san Remy en la fuente bautismal de Reims en 498 a la hija mayor de la Iglesia.



Prof. María Delia Buisel, para Que no te la cuenten.




MAR 28/2016

Publicado por quenotelacuenten

No hay comentarios:

Publicar un comentario