sábado, 28 de mayo de 2016

Mitos de al-Ándalus, de antaño y actuales (1-2)

por Enrique de Zwart
Una de las ilusiones más promovidas por la izquierda y varios liberales es que al-Ándalus fue una exitosa sociedad multicultural, religiosa y racial en la cual cristianos, judíos y musulmanes convivieron lado a lado bajo la ilustrada égida de elites islámicas.
Estos supuestos días de esplendor y tolerancia mahometana son contrastados favorablemente tanto contra el reino visigodo que los precedió como contra la “España de la inquisición” que vino luego.
Esta romántica imagen de al-Ándalus, promovida ya desde el siglo XIX, es repetida tanto por académicos como por políticos (a veces resultando en humor involuntario): El islam tiene una gran tradición de tolerancia. Lo vemos en la historia de Andalucía y Córdoba durante la Inquisición [sic]. (Barack Obama. Presidente de EEUU. Discurso en la Universidad de Cairo. 4 de junio, 2009)
Si esos retrógrados cristianos no hubiesen resistido en Tours y luego reconquistado el antiguo reino visigodo todo hubiera sido mejor: Si los hombres de Abd al-Rahman hubieran prevalecido ese día de Octubre [en la Batalla de Tours o Poitiers, 732], el occidente post-romano habría probablemente sido incorporado a un regnum musulmán sin bordes, sin casta sacerdotal, animado por el dogma de la igualdad de creencias y respeto por todas las religiones (David Levering Lewis, profesor de historia, New York University. God’s Crucible: Islam and the Making of Europe, 570-1215. Norton. 2008).
¿A qué se debe esta visión prevalente en el mundo académico? A varios motivos, pero ideológicamente para degradar el pasado católico de España y tapar las inconvenientes verdades históricas de al-Ándalus que socavarían la propaganda actual sobre un supuesto futuro feliz en una sociedad multicultural. Éstas han sido, y son, marcadas por luchas étnicas, religiosas, políticas y sociales de todo tipo, especialmente cuando el islam es uno de sus componentes. Ahora esta visión se ha metamorfoseado en el llamado “presentismo”, un esfuerzo de narrar el pasado en términos del presente, favoreciendo conceptos prefabricados como “diversidad” y “multiculturalismo” en contraposición al pasado “retrógrado”.
Otro motivo es lo que podría llamarse “conflicto de intereses e incentivos” que afectan a los departamentos de estudios islámicos en las mayores universidades de Europa y EEUU. ¿Qué investigador universitario se atrevería a publicar un libro cuestionando las bondades andalusíes si su departamento recibe donaciones de, digamos, Arabia Saudita o Qatar?[1] Poderoso caballero es don dinero…
El instinto de auto-conservación, la corrección política y los incentivos financieros explican mucho. Qué pena que el “coraje” demostrado por tantos académicos al desenmascarar los horrores del cristianismo europeo (caza de brujas, colonialismo) y la España católica (inquisición) no hayan sido replicados por los arabistas modernos.
Estos académicos modernos al tiempo que emplean el termino artificial “EC” por “Era Común” en remplazo de “AD” o “Anno Domini” son los mismos que respetuosamente usan el calendario islámico   adosando al ya políticamente correcto “EC” la datación musulmana “hégira” que marca el viaje de Mahoma de la Meca a Medina, o usan solo la datación mahometana.
¿Cómo es que la España hispana-romana-visigoda es presentada como una tierra en la “desesperación y depresión de la edad oscura” al tiempo que la España islámica es ensalzada como “el orgullo y el ornamento del mundo, la parte más ilustre de la tierra”?
Afortunadamente hay aire fresco en este rubro con las publicaciones de Darío Fernández Morera y Rafael Sánchez Saus, de la Northwestern University en Chicago y de la Universidad de Cádiz respectivamente. La tergiversada visión multicultural es metódicamente demolida con copiosas fuentes directas de aquel entonces, cristianas, islámicas y judías (e.g. el 40% del libro de Fernández Morera son notas). En lugar de convivencia, una idea creada por el filólogo Américo Castro, encontramos una cruenta coexistencia.
Esos bárbaros visigodos
El fracaso del estado visigodo… fue también un reflejo de su indolencia tecnológica, la incapacidad de la elite de adaptarse a una ecología diferente de la familiar. (Thomas F. Glick, profesor de historia medieval, Boston University. Islamic and Christian Spain in the Early Middle Ages. Princeton Univ. Press. 1979).
La invasión musulmana del 711 no trajo el fuego prometeico a una cultura retrógrada de la “edad oscura”. Hispania estuvo bajo control romano más que cualquier otra tierra occidental fuera de la península itálica y produjo más escritores y emperadores que los otros rincones del imperio. Los visigodos fueron los bárbaros más romanizados de las tribus que invadieron la mitad occidental del imperio. Las elites godas hablaban latín y estuvieron durante generaciones al servicio militar y político de Roma. El Trivium y el Quadrivium eran parte de su educación.
De hecho los visigodos entraron a Hispania en el 415 para ayudar a los romanos contra la invasión de tribus menos civilizadas, como eran los suevos, vándalos y alanos. Una vez ya establecidos como los señores de Hispania los visigodos adaptaron sus leyes para permitir la fusión gradual con la población hispano-romana bajo Leovigildo y luego se convirtieron al catolicismo con Recaredo.
Esta civilización desarrolló abundante música y arte sagrado y grandes pensadores como San Leandro, Eugenio de Toledo, Conancio de Palencia, el poeta-rey Sisebuto, y San Isidoro, el autor más citado en la alta edad media. Las leyes del código visigodo, combinando derecho romano, principios cristianos y prácticas godas, con su deseo de limitar el poder del gobierno a favor del bien común son un testimonio notable siglos antes de la Magna Carta.
Al tiempo que esta promisoria civilización hispano-goda se desenvolvía en Hispania, el Islam surgió de entre las tiendas de iletrados beduinos nómadas en la península arábica en la segunda mitad del siglo VII. Las crónicas árabes registran el asombro de las tropas invasoras ante el esplendor de las ciudades españolas, describiendo una y otra vez los tesoros de oro y joyas que fueron saqueados[2]. Como respuesta al saqueo muchos cristianos enterraron cuantioso arte religioso que los arqueólogos todavía hoy están descubriendo, testimonio de la avanzada cultura del reino visigodo.
Durante más de cuatro décadas luego de la conquista los bereberes continuaron su vida primitiva y nómada para que, recién en 755, el Emir de Córdoba lograra que se asentaran. Este inconveniente periodo semi-barbárico es barrido bajo la alfombra por los panegiristas del califato.
La política musulmana de borrar todo vestigio del pasado reino cristiano no fue solo aplicada, como veremos, a los cristianos mismos, sino también en la arabización de los topónimos. El río Baetis devino al-Wadi al-Kabir (Guadalquivir), “los pilares de Hércules” griegos fueron transformados en Gibt al-Tariq (Gibraltar). El país mismo paso a llamarse al-Ándalus, probablemente tomado de la tradición griega sobre la isla de Atlántida, Ατλαvτίσ vησoς. No obstante la continuidad desde el latín de Hispania > Spania > España tuvo suficiente peso para sobrevivir la conquista.
El discurso actual ha sobrepasado intelectualmente las más ávidas pretensiones de los califas de antaño al grado de cuestionar abiertamente la conexión entre el conquistado reino visigodo y los reinos cristianos de León, Castilla, Aragón y Portugal. El objetivo de negar la idea de Reconquista.
Pero eso no es verdad. Las fuentes muestran otra cosa. El himno visigodo Tempore belli compuesto en la primera mitad del siglo VIII apenas décadas luego de la conquista revela, como expone el historiador medieval Luis A. Moreno, que “la idea de Reconquista nació inmediatamente luego de la derrota inicial”.
‘Tolerancia” nacida de la necesidad
El califato Omeya colapsó en el siglo XI… En 1085 Alfonso VI capturó Toledo; a diferencia de los francos no impuso el catolicismo a fuerza de la espada… El espíritu de tolerancia que los árabes habían creado sobrevivió su partida. Fueron necesarios casi cuatro siglos más para alcanzar… la intolerancia religiosa de la inquisición española. (Kwame Anthony Appiah, profesor de filosofía, Princeton University. How Muslims Made Europa, New York Review of Books, Nov 6 2008)
Los invasores mahometanos eran numéricamente inferiores frente a los nativos. Luego de que las rencillas internas provocaran la derrota de Rodrigo en Guadalete los musulmanes se expandieron rápidamente mediante un sistema de “divide y reinarás”. Al tanto del resentimiento judío por las restricciones legales impuestas en su contra por los godos –a su turno causadas éstas por acciones de la comunidad hebrea poco conductivas a una armoniosa convivencia– los musulmanes usaron a los hebreos para custodiar las ciudades conquistadas. Esto permitió una veloz propagación al aliviar a las tropas islámicas de proteger su retaguardia y acrecentar el factor sorpresa. Una vez que los musulmanes afirmaron su control los judíos fueron reducidos a una posición similar a los cristianos. El concepto atribuido a Lenin de “idiotas útiles” viene a la mente.
Los comandantes de la media luna también ofrecieron “pactos” a algunos caudillos cristianos, quienes aceptaron no resistir a cambio de mantener sus tierras, posesiones y religión. Los mahometanos sin embargo renegaron de sus promesas luego de consolidarse. El único motivo por el cual estos “pactos” fueron negociados con cristianos y judíos fue la inferioridad numérica de los invasores. No son para nada representativos de “tolerancia” islámica. La crónica mozárabe del 754 cuenta: Luego de saquear el país hasta Toledo, la ciudad real, Musa logró mediante falsas ofertas de paz conquistar las regiones aledañas con la ayuda de Opas [visigodo traidor] hijo de Egica [antiguo rey] y ejecutó a un número de señores [visigodos] que habían permanecido en la ciudad pasándolos por la espada. 
Los escritos de la época transmiten una idea que lo que fue la conquista dejando en claro que tanto quemar como inundar las ciudades de los infieles estaba permitido en el contexto de la yihad o guerra santa. También lo eran “cortar árboles y sus frutos, matar animales, destruir viviendas y todo lo que pueda ser tirado abajo“. El destino de los vencidos estaba en las manos del comandante musulmán. Como veremos, hay varios casos registrados de exterminación total.  Un cronista cristiano describe la conquista musulmana sufrida en carne propia: Los enemigos devastaron la comarca, quemaron casas, mataron a los hombres, quemaron los árboles y las viñas, y cortaron todo lo que fuera verde… no quedó en España pueblo o ciudad que no fuera quemada o destruida o tomada por los moros; y aquellas que no pudieron conquistar las engañaron y conquistaron con falsos tratados. 
Yihad explicada por los profesores
Deberíamos pensar a los musulmanes, de cierto modo, como una ola migratoria, igual a los visigodos, excepto que doscientos [sic] años más tarde. (David Nirenberg, profesor de historia medieval, University of Chicago. PBS film Cities of Light: The Rise and Fall of Islamic Spain, 2007).
El propósito de yihad como guerra santa no es… un factor de motivación relevante en las guerras entre musulmanes y los pueblos que estos conquistados durante el primer siglo del islam, al menos no en la península ibérica. (Richard Hitchcock, profesor de estudios árabes e islámicos, University of Exeter. Mozarabs in Medieval and Early Modern Spain: Identities and Influences, 2008).
No hubo invasión islámica en la península Ibérica… Al-Ándalus es un primer renacimiento europeo, es un producto genuinamente europeo. (Emilio González Ferrín, profesor de filología e historia, Universidad de Sevilla. Historia General de al-Andalus. Almuzara. 2006. Entrevista a El País, 17 de noviembre de 2006).
Varios historiadores modernos tratan de negar que la invasión, que ellos llaman meramente “expansión” u “ola migratoria”, tuviera motivos religiosos. Esto es totalmente contradicho por todas las fuentes medievales. Pero los académicos contemporáneos, impregnados de materialismo marxista cuando no de anticristianismo masón, prefieren poner énfasis en factores económicos, como el deseo de botín. No obstante en el pensamiento islámico es difícil separar motivaciones materiales y espirituales. El soldado musulmán adquiere botín si triunfa y va a un sensual paraíso si muere.
Otros apologistas de los buenos viejos tiempos andalusíes han tratado de demostrar que la palabra yihad indica algo diferente a “guerra santa contra los infieles”. Conceptos de “lucha interior” o “batalla espiritual” aparecen en los textos sufíes de tiempos posteriores. Pero están completamente ausentes en el al-Ándalus medieval donde el termino se usa en el sentido de guerra sana.
Una tercera línea cuestiona la validez de las fuentes musulmanas: historias semi-legendarias escritas tiempo después de los acontecimientos para promover objetivos políticos y religiosos. Los problemas con esta línea son varios: el principal es que varios de estos estudiosos que dudan de los textos islámicos cuando tienen que mitigar ciertos hechos atroces allí descriptos usan los mismos textos para fundamentar el esplendor de al-Ándalus o para atacar las figuras de héroes cristianos como El Cid. Duplicidad a cara descubierta.
Otro intento reciente es el de igualar la guerra santa musulmana con las cruzadas cristianas. Pero este argumento tiene patas cortas ya que una cruzada era un evento único que solo el primado de Roma podía proclamar. Mientras que para los musulmanes la yihad era un estado permanente decretado por la ley islámica que el califa debía realizar al menos una vez por año.
Gracias por protegernos
En arte y agricultura, educación y tolerancia, Al Andalus [sic] fue un rayo de luz para el resto de Europa. Su tolerancia fue uno de sus más altos logros. Judíos y cristianos eran bienvenidos, si no como iguales al menos como ciudadanos. Les era permitido practicar su fe y sus rituales sin interferencia. Esta tolerancia era congruente con los principios del Corán, el cual enseñaba a respetar a judíos y cristianos como los “pueblos del libro” o creyentes en la palabra de Dios. Judíos y cristianos fueron asimilados a la cultura islámica, y ocasionalmente, líderes moros ayudaron a construir iglesias.
(James Reston Jr. Dogs of God: Columbus, the Inquisition, and the Defeat of the Moors. Anchor Books, 2006).
El historiador árabe del siglo XIV Ibn Khaldun explica el uso de cristianos y judíos en la administración del califato como una necesidad práctica debido a la ineptidud y mala gestión árabe. Este hecho ha sido tomado por historiadores modernos para justificar la supuesta tolerancia de las elites islámicas.
Pese a ello la realidad diaria para aquellos que profesaban otra religión dejaba mucho que desear. Luego de la conquista del 711 todo aquel que no fuese musulmán tenía la opción de convertirse, morir, o aceptar el status de dhimmi, una clase “protegida” obligada a pagar un impuesto especial llamado yizia. El propósito era “humillar a los pueblos del Libro”. Así es como se pagaba: El dhimmi, de pie, debía presentar el dinero al recolector musulmán sentado más alto sobre una especie de trono; este burócrata musulmán tomaba al dhimmi por la garganta y le decía “oh dhimmi, enemigo de Alá, paga la yizia que nos debes por la protección y la tolerancia que te damos”; los otros musulmanes presente imitando al recolector, empujaban al dhimmi.
El sistema dhimmi era una protección mafiosa muy rentable para los soberanos musulmanes. Esta razón pecuniaria es el motivo por el cual los mahometanos preferían no convertir a los cristianos y judíos en simples esclavos.
La jerarquía social estaba bien definida. Arriba estaban los árabes, luego los bereberes, después los esclavos musulmanes liberados de origen europeo (mawali), un escalón más abajo venían los conversos (muladis), y finalmente los dhimmis y los esclavos.
Los tolerantes Omeyas
El apogeo Omeya vino con el exitoso reino de Abd al-Rahman III… A pesar de persecuciones ocasionales, a las minorías cristianas y judías les fue permitido tener un rol cabal en una sociedad tolerante y multiconfesional. (-Grove Encyclopedia of Islamic Art and Architecture. Oxford Univ. Press. 2009).
La España musulmana… experimento una era dorada a partir de la segunda mitad del sigo ocho bajo el liderazgo ilustrado de la dinastía Omeya centrada en Córdoba. (Mark Tessler, profesor de ciencia política, University of Michigan. A History of Israeli-Palestinian Conflict. Indiana Univ. Press. 1994).
Los Omeyas preferían ser tolerantes en materia religiosa y aceptaban otros credos. (Timothy C. Hall. The Complete Idiot’s Guide to world History. Alpha Penguin Group. 2008).
El período que siguió a las salvajes décadas luego de la invasión es conocido como la dinastía Omeya (756-1031) y es normalmente citado como el zenit de la civilización andalusí en desarrollo, tolerancia y convivencia.
En realidad los Omeyas llevaron a cabo persecuciones políticas y religiosas, inquisiciones, decapitaciones, empalamientos y crucifixiones a niveles no igualados en la historia de España.

Cronología de los gobernantes de al-Ándalus.
El emir Omeya al-Haqam (796–822) llevó a cabo las famosas decapitaciones del “foso” durante las cuales eliminó a la conversa pero revoltosa elite toledana. El emir organizó un banquete en el Alcázar para honrar a los más notables toledanos… Ordenó que los invitados entrasen por una puerta y salieran por otra, con la excusa de evitar los embotellamientos. Una vez que los infortunados salían eran conducidos al bordo de un pozo, decapitados y sus cuerpos arrojados al fondo. Algunos lograron huir, pero unos 700 fueron masacrados.
El éxito del primer califa Abd al-Rahman III (Abderramán III, 912-961) se debió a su red de espías y decapitaciones masivas de cristianos, herejes musulmanes y enemigos políticos. También de sus propios oficiales si volvían sin éxito del campo de batalla, como aconteció luego de la derrota contra las fuerzas cristianas en Alhandega (Castilla-León, 939).
Bajo los Omeyas al-Ándalus se convirtió en un centro de trata de esclavos: mujeres jóvenes para esclavas sexuales, niños castrados para eunucos, niños para ser abusados sexualmente por ricos pederastas (como confirma la historia del mismo Abderramán III y el niño Pelayo), jóvenes educados para soldados esclavos, etc.
Para algunos rebeldes o conversos al cristianismo, como el caso de Ibn Hafsun, la muerte no era escape. Sus cuerpos eran desenterrados y crucificados pour encourager les autres.
El caudillo Omeya al-Mansur (o Almanzor “El Victorioso”) sembró el terror entre los cristianos saqueando Zaragoza, Osma, Zamora, León, Astorga, Coimbra y Santiago de Compostela. Quemó Barcelona en 985 y esclavizó a los que no mató.
Esclava cristiana en al-Ándalus. 
Los molestos mártires de Córdoba
La importancia histórica [de la matanza de los mártires de Córdoba] es difícil de determinar y… nos dice poco sobre la condición y actitudes de la mayoría de la población mozárabe, aunque muestra la tolerancia y esencial razonabilidad de las autoridades musulmanas, pero abre interesantes cuestiones morales y teológicas acerca del martirio auto-infligido. (Hugh Kennedy, profesor de historia, University of London. Muslim Spain and Portugal: A Political History of al-Andalus. Routledge. 1996).
Cualquier levantamiento esporádico era suprimido sin miramientos. Uno de los casos más conocidos fue el de los mártires de Córdoba a partir del año 850. Un monje llamado Perfectus expuso a un grupo de musulmanes, luego de que éstos le preguntaran e insistieran, lo que el cristianismo enseñaba sobre Mahoma. El pasaje de los evangelios sobre “muchos falsos profetas vendrán en mi nombre” no les cayó bien. Algunos días después, acusado de insultar al Profeta, Perfectus fue aprisionado, interrogado y finalmente degollado.
Más adelante otro monje llamado Isaac declaró ante la presencia de un juez musulmán que Mahoma era un falso profeta y el islam una falsa religión. Fue decapitado en público y su cadáver colgado de arriba abajo.
Estos eventos generaron un movimiento de cristianos que proclamaban en público su fe en Cristo y la falsedad de Mahoma. Fueron degollados, empalados, azotados a muerte, hervidos en aceite, o arrojados en plomo derretido.
Los historiadores modernos no son aficionados a estos mártires, a quienes han acusado de “buscar problemas” y “auto-inmolarse”. Ya al final del siglo XIX R. Dozy y luego E. Lévi-Provençal acusaron a los mártires de “fanáticos”, “recalcitrantes”, “intransigentes”, sin deseo de vivir en pacífica convivencia con el islam. La metodología de Dozy y Lévi-Provençal, al lado de quienes el mismo emir Abderramán II pareciera un modelo de imparcialidad, sería hoy denostada por “culpar a las víctimas”, si las víctimas fueran cualquiera menos cristianos dispuestos a no renegar de su fe.
Almorávides y almohades: menos tolerantes
Cuando al-Ándalus fue invadida por las conservadoras dinastías norteafricanas, los Almorávides y Almohades… la tradicional política de tolerancia menguó. (Jerrilynn D. Dodds, profesor de historia del arte. Sarah Lawrence College. Convivencia: Jews, Muslims, and Christians in Medieval Spain. Braziller. 1992).
Los almorávides, una confederación bereber, se impusieron a los diversos reinos taifas que habían surgido luego del decline del Califato de Córdoba. Junto a otros tardíos invasores bereberes, los almohades, han sido acusados de romper la maravillosa tolerancia supuestamente prevaleciente en al-Ándalus bajo los Omeyas.
En realidad ambos grupos simplemente continuaron en mayor grado prácticas omeyas como la decapitación masiva de prisioneros de guerra, empalamientos y crucifixiones. Los cristianos sufrieron expulsiones masivas al norte de África. En Granada el resto de la población cristiana fue exterminada en 1164 luego de un levantamiento contra los almohades.
En “defensa” de los gobernantes andalusíes habría que decir que el abigarramiento étnico, social y confesional de árabes, bereberes, hispanos –tanto islamizados como dhimmis –  eslavos y africanos creo una sociedad débil siempre al borde de la desintegración. Esta debilidad inherente finalmente les costó a los musulmanes la perdida de al-Ándalus frente a los cohesivos reinos cristianos del norte. La batalla de Las Navas de Tolosa en 1212 y la toma de Sevilla por Fernando III (el santo) en 1248 fueron un preludio de la Reconquista final.
Pero mientras duraron tanto almorávides como almohades aplicaron políticas de terror que resultaron en un efectivo control del país. En el corto plazo el terror funciona.


[1] Vayan algunos ejemplos como muestra: el programa de estudios islámicos de la Universidad de Harvard lleva el nombre del príncipe saudita Alwaleed Bin Talal Bin Abdulaziz Alsaud como resultado de enormes cantidades de dinero por él donadas. El centro de estudios islámicos de la Universidad de Cambridge también lleva el nombre del príncipe por los mismos motivos. Los sauditas podrán alegar que otros grupos hacen lo mismo, por ejemplo las donaciones de multimillonarios y lobbies judíos en todo lo concerniente a estudios sobre Israel, Palestina y la segunda guerra mundial, y seguramente tienen razón. Este artículo concierne a al-Ándalus y España.

[2] Cuando el conquistador Musa visitó Damasco para rendir homenaje al califa llevó consigo “treinta pieles llenas de oro y plata, collares de inestimable valor, perlas, rubíes, topacios y esmeraldas… y 1100 prisioneros de los cuales 400 eran de sangre real.”


(continuará)



MAY 24/2016

Publicado por quenotelacuenten

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