sábado, 19 de noviembre de 2016

Leyenda Negra: Un Arma Nacional y Popular Contra la Hispanidad: la llegada de los demoledores (I)

Una de las gratificaciones que el profesor tiene en su vida docente es cuando sus alumnos van fructificando las semillas esparcidas.
En esta entrega, comparto el resumen de la tesina que una ex-alumna, la flamante Prof. María Carolina Figueroa acaba de defender al graduarse como profesora en Historia.
Se trata de una hermosa defensa de la conquista de América ante el ataque de una obra de divulgación artística del cantautor marxista, Víctor Heredia.  Que no te la cuenten…P. Javier Olivera Ravasi
Leyenda Negra: Un Arma Nacional y Popular Contra la Hispanidad: La Llegada de los Demoledores
por María Carolina Figueroa
Introducción
Usualmente se describe la América precolombina como una edad dorada, un verdadero paraíso en la tierra, el que supuestamente terminó por convertirse en un infierno tras la llegada de los colonos. Pues, culpable e intencionadamente se ignora el modo de vida que llevaban los indígenas antes de la llegada de los españoles. Modo y estilo en que el genocidio, la esclavitud, el sometimiento de los más débiles, los tributos agobiantes y los vejámenes en masa, las expropiaciones y deportaciones, los robos y saqueos, las torturas inhumanas y  las constantes guerras de dominio eran moneda corriente entre los indios y estaban a la orden del día.
Como sabemos el Padre de la Leyenda Negra fue un hijo legítimo de España, el fraile dominico Bartolomé de las Casa, quien empleó cifras falsas acerca de la matanza de indios para desacreditar la gesta española en América. Él fue también el artífice de la clásica dialéctica españoles malos-indios buenos; pues según el dominico los indios eran seres carentes de pecado original e inclinados al bien, mientras que los españoles eran perros rabiosos que sólo querían exterminar a los indígenas.
Como es sabido, la Leyenda Negra fue difundida primero desde ambientes doctos y  académicos, pero con el tiempo se vulgarizó y popularizó, llegando a todos los estratos sociales y culturales. Para ello sus turiferarios se han valido de cuanto mecanismo han tenido a la mano, sin dejar de lado la cultura, pues una de las herramientas utilizadas para tal cometido ha sido la música.
En este trabajo nos hemos propuesto analizar la Obra musical titulada Taki Ongoy. Se trata de un disco compuesto por el cantante argentino Víctor Heredia y editado en el año 1986. El mismo en su momento tuvo gran trascendencia musical, e incluso el año pasado fue reeditado en forma de libro el cual fue presentado por su autor en la mismísima Feria Internacional del Libro.
El disco alterna piezas musicales con narraciones donde se describe el Descubrimiento y Colonización de nuestro Continente como un hecho atroz, en el que los españoles son presentados como sanguinarios asesinos, movidos por un “odio pestilente”, en palabras del cantautor, y una frenética y enceguecedora sed de oro y destrucción; y se muestra a los indígenas como pobres e inocentes víctimas oprimidas en lucha por su identidad y su libertad. Nada nuevo bajo el sol, se repite la ya raída dialéctica españoles malos- indios buenos.
De la obra analizaremos el primer relato, puesto que es el que reúne la mayor cantidad de falacias, las cuales, por supuesto, carecen por completo de fundamento histórico y son presentadas como verdades irrefutables.
Taki Ongoy comienza con el siguiente relato:
“Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz en el que nuestros dioses velaban por nosotros. No había enfermedad entonces, no había pecado entonces, no había dolores de huesos, no había fiebres, no había viruela (…). Sanos vivíamos (…). Pero ese tiempo acabó, desde que ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios y sus horrorosos perros cazadores, sus sanguinarios perros de guerra, sus perros asesinos. Bajaron de sus barcos de hierro: (…) nada quedó en pie, todo lo arrasaron, lo torturaron, lo mataron. Cincuenta y seis millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte, desde su espantoso genocidio, (…). Que se sepa la verdad, la terrible verdad de cómo mataron y esclavizaron a un continente entero para saquear la plata y el oro y la tierra. De cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con horribles castigos (…)”[1].
El Edén Precolombino
Como podemos ver, el relato describe la situación de la América precolombina como una edad dorada, habitada por indios mansos, sanos y, podemos decir, a la manera lascaciana, carentes de pecado original. Rápidamente digamos al respecto que los apologistas de la Leyenda Negra culpable e intencionadamente niegan que los indios estaban sumergidos en condiciones de vida miserables. El incesto, la sodomía, la prostitución, la desnudez total, la esclavitud, la antropofagia, los sacrificios humanos, el sometimiento de los más fuertes sobre los más débiles, eran prácticas frecuentes en numerosas tribus de América.
En este “Edén” del que hablan los fabuladores indigenistas el aniquilamiento en masa de seres humanos era moneda corriente. Pues bien, que nos disculpen Heredia y los indigenistas si discrepamos con ellos, pues luego de conocer estos datos, no nos resulta tan idílica e ideal la situación de América antes del Descubrimiento.
Situación de la Mujer Indígena
Analicemos ahora la condición de la mujer, un tema tan en boga en nuestros días. Días atrás tuvo lugar en Santa Fe el 31º Encuentro Nacional de Mujeres, y resulta paradójico e incluso gracioso ver que los movimientos que luchan por presuntos derechos de la mujer también enarbolen las banderas del Indigenismo, pues sin lugar a dudas ignoran por completo la degradante condición de las mujeres indígenas antes de la llegada de los españoles. Por ejemplo, nos enseña Petrocelli que: “Los aztecas podían arrojar de sus hogares a las mujeres de mal temperamento, haraganas o estériles (…). Frecuentemente los plebeyos cedían a los nobles sus hijas como sus concubinas. (…) Entre los quichuas, el Inca, cuya esposa, diremos oficial, debía ser su hermana, podía tomar otras mujeres, así como disponer como mejor le pareciera de las vírgenes consagradas al Sol”[2].
El mismo autor cita a Mansilla[3], quien describe la penosa situación de las mujeres ranqueles. En esa tribu la mujer casada se encontraba en una situación de dominio absoluto de su marido, éste tenía sobre ella derecho de vida o de muerte. Por una simple sospecha, por el simple hecho de haberla visto hablando con otro hombre, podía matarla. No era mejor el destino de las ancianas. En esta tribu se creía que “Gualicho”, un espíritu maligno, se apoderaba de las longevas, en especial “de las viejas feas”. ¡Hay de aquella que estuviera engualichada! La mataban. Era la manera de conjurar el espíritu maligno. Bastaba que en el toldo donde vivía sucediera algo, que se enfermara un indio, o se muriera un caballo; la vieja tenía la culpa. Gualicho no se iría de la casa hasta que la infeliz muriera, sacrificio que inexorablemente perpetraba el indio que tenía derecho sobre ella.
Nos parece hipócrita la miopía feminista en este tema, pues acusa de “machista” a la Iglesia, ignorando que le concedió a la mujer una dignidad única, negada por cualquier otro culto, y fue justamente la enseñanza cristiana la que regularizó la condición de las indias y el trato que merecían; nos resulta chocante que quienes supuestamente abogan por la defensa de las mujeres callen de repente y no digan ni una palabra contra el trato que sufrían las indias antes de la llegada de los civilizadores.
La Llegada de los Demoledores
Analicemos rápidamente la acción general de España en el Nuevo Continente. El relator  afirma que tras su llegada los colonos no hicieron más que destruir, exterminar a los indios y arrasar con todo vestigio cultural. Digamos al respecto que se trata de una inmensa y maliciosa mentira que las pruebas se encargan de desbaratar.

Morales Padrón lo señaló de la mejor manera al decir que “Nunca un pueblo que domina, siendo superior en todo, se adaptó tanto al dominado”[4]. Lo que la Madre Patria realizó en estas tierras es digno de ejemplo y un caso único entre las potencias colonizadoras, respetó lo respetable, adoptó las costumbres que no se oponían al Derecho Natural y ofreció y plasmó en América lo mejor de sí. Lo que se produjo fue una transculturación que permitió la fusión de las culturas, logrando una simbiosis armónica, expresada en distintas manifestaciones culturales, una de ellas, quizá la más importante, es el Arte Cusqueño que fusiona el estilo del Barroco español con técnicas y estilos quichuas. Éste fue tan importante que adquirió la categoría de escuela por sus variadas características formales e iconográficas y por su gran difusión territorial.



(continuará)

Que no te la cuenten, Noviembre  13 de 2016

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