viernes, 3 de marzo de 2017

La hora de gobernar

Por Moisés Altamirano
El Presidente Macri está ante la alternativa de mantener la técnica de “prueba-error” o decidirse a conducir la nave del Estado con firmeza y decisión.
Planes y equipos 
Cuentan que el General Julio A. Roca, siendo Presidente, cada vez que iba a designar un ministro, citaba al candidato y le decía: “En esta área de gobierno quiero lograr esto. Tráigame una carpeta donde me explica cómo hacerlo, con quien y en cuanto tiempo”. Roca era un conductor. Trazaba el objetivo estratégico y su Estado Mayor era el encargado de planificar y llevar a cabo las acciones conducentes al logro del objetivo. Siempre, por supuesto, observando la teoría del mando unificado que había aprendido en el Ejército. No viene mal recordar a Roca en los tiempos que corren. Porque no hubiera podido construir la Argentina moderna de otro modo. Ejerció el mando y la conducción política del Estado, y nadie dudaba de su autoridad. En un año electoral como éste, y en la antesala del siempre conflictivo mes de Marzo, el gobierno nacional no las tiene todas consigo. Una serie de errores, marchas y contramarchas y una preocupante falta de reflejos políticos, hicieron que el elenco gubernamental perdiera puntos y quedara en off-side en varias oportunidades. Por un lado, quedó en evidencia que el Presidente no tiene los ministros que necesitaría tener, salvo honrosas y contadas excepciones. Tampoco hay equipo, sino individualidades. Y en lo que atañe a Macri, le falta trazar los objetivos. Y conducir. 
Esto no lo arregla un Durán Barba, ni un gerente de empresa. Se trata de gobernar el Estado, haciendo política de Estado. Tampoco hay que redactar protocolos, sino pasar a la acción. En todas las áreas, empezando por la seguridad pública. 
La oposición 
La verdadera oposición al gobierno nacional es el kirchnerismo residual y la izquierda. Con sus principales figuras gozando de libertad, a pesar de infinidad de causas penales por robo al Estado, el kirchnerismo ataca permanentemente al gobierno de todas las formas. El kirchnerismo tiene el acompañamiento de la izquierda, con sus encapuchados, sus piquetes y sus acampes. Tiene algunos gremialistas de izquierda, como Baradel y los metrodelegados, que dejan sin clases y sin transporte a la población. 
La falta de resultados en el área económica, la incapacidad para salir del pantano dejado por doce años de kirchnerismo corrupto e ineficiente, crean el caldo de cultivo para “la protesta”, el paro y el corte de calles. 
En ese clima se está gestando este año electoral. Mientras la gobernadora de la provincia de Buenos Aires dice que “perder las elecciones parlamentarias no es el fin del mundo”. Pero puede ser el principio de una gran inestabilidad política. 
Y lo que el país necesita es orden, no inestabilidad. Orden, no “protesta”. Los piquetes, los cortes y los paros se van a suceder. Porque para la izquierda esta es una herramienta de lucha, de lucha de clases “contra un gobierno burgués, que gobierna para los ricos.” Lo dicen abiertamente, públicamente. 
Lejos de convocar a una mesa de acuerdos con los trabajadores, los empresarios, los gobernadores y referentes políticos como José Manuel De la Sota, Sergio Massa, Margarita Stolbizer, Ernesto Sanz, Julio Cobos y otros, para consensuar políticas de Estado y aún alianzas, el gobierno de Macri no parece entender hasta el momento lo delicado de la situación. 
Lo advirtió en su momento el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, quien propuso acordar y hacer alianzas políticas. Es hora de llegar a acuerdos entre las fuerzas democráticas del país para enfrentar los embates de los violentos. De no hacerse, pueden llegar horas aciagas.


La Nueva Argentina número 310 febrero de 217(Santa Fe)


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