viernes, 24 de marzo de 2017

Luca di Tolve: «Lo que mueve la industria gay es el sexo, todo se centra en crear una dependencia».

Escándalo en Italia por la financiación pública de prostíbulos gay.
Luca di Tolve ha explicado su vida, transformación y conversión en un libro autobiográfico.
En Italia saltó el escándalo cuando se supo que la UNAR [Ufficio Nazionale Antidiscriminazione Razziali, Oficina Nacional contra la Discriminación Racial], organismo público directamente dependiente del gobierno que en la práctica se consagra a financiar la imposición de la ideología homosexualista y de género, había subvencionado locales de prostitución gay.
Lo desveló un programa de Mediaset, Le iene [Las hienas], consagrado a la denuncia social y el periodismo de investigación, y le costó el cargo al director de la UNAR, Francesco Spano, forzado a dimitir.
El director de la UNAR, Francesco Spano, tuvo que dimitir al comprobarse la veracidad de los datos.
En concreto, y junto a numerosas asociaciones del lobby gay (como la influyente Arcigay) financiadas con dinero público, el reportaje señalaba que un club privado al que se accede mediante tarjeta de miembro y consagrado a la prostitución homosexual había recibido 55.560 euros.
Lista Lesbica Italiana, Arcigay... el dinero público riega generosamente las organizaciones del lobby gay. Y alguna más, como la número 13, objeto de la investigación.
Pero, además de denunciar ese escándalo económico, Le iene introdujo sus cámaras en ese club y entrevistó a alguno de sus clientes, lo cual ha puesto de manifiesto sórdidas prácticas de promiscuidad y consumo de drogas .
Sobre ellas preguntó La Nuova Bussola Quotidiana a Luca di Tolve, "bestia negra" del lobby gay porque fue uno de sus líderes (ganó Mister Gay y organizaba cruceros de turismo gay), y luego ha dejado de serlo para casarse y tener hijos y convertirse a una vida católica activa:
"Mis ojos han visto la perversión que se esconde en esos cuartos oscuros. Por fin la opinión pública ha descubierto lo que estoy denunciando desde hace años". Luca Di Tolve recuerda. Recuerda todo, no es necesario evocar a las musas para hacerlo. Todo está impreso en su memoria: el olor nauseabundo de los pasillos donde se practica el glory hole ["agujero glorioso": es un agujero en una pared o tabique, usualmente en los retretes de baños públicos o en videocabinas, en los que el hombre introduce el pene para recibir sexo oral o practicar sexo anal a la par que se mantiene un cierto grado de anonimato; se utiliza también para observar], esos brazos metidos en los orificios más íntimos. Y la droga, ríos de drogas que corren por los subterráneos de la pátina dulcificada del mito LGBT, que muestra su rostro presentable para recibir consenso y dinero.
 "Mucho dinero y mucho sexo son las dos armas con las que la ideología gay lleva a la perdición a jóvenes frágiles, inexpertos, a los que nadie les explica nada del amor humano, del proyecto de Dios, del dolor y el sufrimiento. Entran en los locales mostrando el carné de la asociación, que garantiza la exclusividad del club y se les entregan grandes cantidades de preservativos. Después comienza para ellos un tiovivo infernal entre glory holes, laberintos y sling room [habitaciones de columpios y cuerdas para prácticas sadomasoquistas], entre saunas promiscuas y salas de masaje donde el objetivo final es usarse sin establecer una relación. Sólo sexo. Sólo desesperación".

Luca con su esposa, una imagen que desespera a aquellos ideólogos del lobby gay que intentan enterrar los casos de personas que dejan de sentir atracción por el mismo sexo.
 Ex gay. Para el lobby gay y los principales medios de comunicación Luca di Tolve es un renegado, es el escollo para su proyecto de presentar la ideología gay como la realización de la felicidad en la tierra. En cambio Luca es, ante todo, un hombre. Un hombre que ha sufrido, que ha descendido a los abismos del dolor y que ha resurgido mirando a la cara ese dolor que para todos era normal. Y ha renacido descubriendo la alegría del amor y la paternidad.
Su libro Ero gay [Yo fui gay] saca a la calle en unos días su enésima edición. Con muchas y nuevas verdades sobre el mundo gay, que le teme porque ha rasgado el velo sobre el gran engaño del homosexualismo.

-Luca, ¿qué ha sentido en estos días tras la emisión del episodio de Le iene?
-Me alegré, porque he vivido la verdad sobre esos círculos privados; yo formé parte de Arcigay y supe cómo se utilizaban. No me sorprende lo que ha emergido. Me asombra que haya sido Le iene quien lo haya hecho, porque siempre me han atacado haciéndome aparecer como un monigote. Y esto hace que me surjan dudas.
 -¿Cuáles?
-Que haya sido una maniobra para descomponer este sistema LGBT. Mi opinión es que hay una lucha interna entre Arcigay y otras asociaciones, porque estos locales han sido siempre confiados a Arcigay. En mi libro demuestro que para acceder a estos "círculos culturales" era indispensable entrar con el carné de Arcigay con la excusa de apoyo contra la discriminación, etc.
 -¿Por lo tanto, todos tenían carné?
-Desde luego, era obligatorio. Y sigue siéndolo. Gran parte de los círculos con cuarto oscuro y otras perversiones requiere estar en posesión del carné de Arcigay o de Anddos. La cuestión es qué tiene que ver con estos círculos una realidad registrada como asociación de promoción social que recibe tantísimo dinero público por sus actividades, y no sólo a través de la UNAR. Pero tal vez no sea una pregunta retórica. Es el núcleo del problema.
-¿Qué quiere decir?
-Que lo que mueve la industria gay es el sexo. Todo está centrado en tener sexo. La actividad de promoción social es sólo un disfraz, que el lobby gay lleva adelante con la habitual técnica de intimidación. Ha sido así también cuando el manual de diagnósticos eliminó la homosexualidad como un trastorno del comportamiento. No fue una decisión científica, sino una presión del lobby con intimidación que consiguió el resultado que perseguía.
-¿Qué recuerda de esos sitios?
-La primera vez que entré en uno fue en 1985, tenía quince años. En una parte se bailaba en pareja, en la otra había una discoteca de tendencia. Era un mundo lleno de color y fuera de los esquemas habituales, muy cinematográfico, parecía un perenne carnaval. Había noches-evento con Amanda Lear, sentíamos que estábamos fuera de los esquemas, pero detrás de un telón se accedía al cuarto oscuro. Se entraba y dentro se hacía todo lo que hemos visto. El local se llamaba One Way, creo que aún existe.
-¿También sexo pagando?
-Esto sucedía en las saunas. Pero también en este caso se trataba de círculos afiliados a Arcigay.
-¿Por qué nunca entró la policía?
-En realidad he leído que hubo algunas redadas, pero tal vez no eran noticia. Es también verdad que según una lógica libertaria el pueblo debe descargarse, hay que aligerar el impacto social, por lo que sobre algunas cuestiones se cierra un ojo.
-En estos días se ha descubierto que el "catálogo" es muy variado.
-Sí. También entonces había muchos tipos de locales. Había aquel en el que podías probar el glory hole, había los locales "make it party" donde estabas totalmente desnudo y había droga a gogó. Ved los chats en gay.it. Hay quien cuenta que ha sido drogado sin saberlo.
-Es decir, ¿droga libre que te deja sin conciencia?
-También. Nosotros la llamábamos "adiós niña", era una droga como el popper, importada por los transexuales brasileños, también llamada droga de la violación, que te hace decir sólo "sí" o "no". Y uno no se acuerda de nada. Me acuerdo de ella, me encontré en una situación similar y huí.
-La droga es una constante.
-Sí. Hay locales donde hay cocaina, son los locales llamados fashion. Y hay los locales llamados locales cruising.
-¿Es decir?
-Locales donde se tiene sexo al azar, con quien sea, en los que está el laberinto. Cuando entras te dan preservativos, papel higiénico y te pones en marcha. El mundo gay militante es así, pero sería una equivocación identificar de este modo a todo el mundo homosexual, que está hecho de dolor y discreción. Esto demuestra que la ideología gay no tiene como fin el bien de la persona. Dentro de estos círculos nunca nace la amistad. Todo está orientado al sexo; de hecho, mi historia demuestra que cuando inicié mi recorrido de recuperación todos me dieron la espalda. No existe la relación humana. ¿Y queremos enviar a estas personas que tienen tanta dificultad en relacionarse a enseñar el amor en las escuelas? ¡Nunca jamás!
-¿Qué ve en los cursos sobre las teorías de reparación que lleva a cabo con su asociación, Lot? ¿Hablan de estos locales?
-Desde luego. Llegan chicos con necesidad de ayuda, ayuda que se les niega. Nos cuentan las humillaciones que han sufrido y de cómo los psicólogos y las propias asociaciones como Arcigay les desaniman porque nosotros, para ellos, somos odio; saben que ésta es la verdad, pero no quieren que se diga. Por esto pienso que los militantes gays son los nuevos marxistas.
-¿Qué les dice a estos chicos?
-Que es necesario reconocer la verdad. Todos tiene el derecho de saber cómo se comporta esta gente y por quién está apoyada. Pero no se reconoce la verdad ni siquiera cuando está ante los ojos de todos. Basta ir al Mamamia de Viareggio, en el que hay toda una playa dedicada a los gais. Arcigay hace sus reuniones en ella para adoctrinar a la gente y después, en el parque anexo, sucede de todo. Todos lo saben.
-Si muchos habituales estuvieran leyendo esta entrevista, ¿qué les diría?
-Que son utilizados para ganar dinero. No somos nosotros los homófobos, porque el amor humano no es esto. Cuando ellos han acabado de amarse no se completan como el hombre y la mujer; de hecho, nacen peleas, venganzas.
-Antes ha hablado de droga. ¿Para qué sirve, en su opinión?
-Porque todo se centra en crear una dependencia. He trabajado en el sector del turismo gay, se alquilan los barcos de crucero más grandes del mundo y suben a bordo más de cuatro mil personas. Todo se centra en crear dependencia, porque los gays son frágiles, son utilizados como máquinas de exprimir para ganar dinero. Y digo esto porque cuando estaba en Arcigay oía estos discursos: afiliarse servía para hacer número. Y hacer número significa ganar dinero. Y ganar dinero significa condicionar la política. Precisamente lo que está sucediendo hoy. 


Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).

ReL23 marzo 2017

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